Opinión

Una maleta

ME GUARDO el café de la mañana, la tranquilidad de Bob Dylan, la trompeta de Miles Davis, el saxo melódico de Coleman Hawkins, los versos de Miguel Hernández, los cuentos de Borges. El piano de Bill Evans, la lluvia, la niebla, el Rock, el Blues y el Jazz. La voz de Mina, Fabrizio De André, Lucio Dalla, Rino Gaetano, Lucio Battisti y Celentano. La albahaca fresca, la pizza, la alegría, el vino, la guitarra, el bosque, la playa y el río. Selecciono el universo, las constelaciones, las estrellas, las esferas celestas, los cometas, las leónidas, las perseidas y el espacio interestelar. La mirada leal del perro, la hierba húmeda, el olor a pan, las voces nuevas, los niños, los planes, las estrategias al alba, los sueños en la almohada, la costa Amalfitana y el azul del mar. El horizonte rosado preludio del día soleado, el olor del libro antiguo, su tacto, el papel, las flores, el bambú, las plantas, el canto del pájaro silbando en la rama, una nube de nata flotando en la acuarela de la mañana. Guardo el reflejo de la luna sobre el agua, el oleaje, su espuma, las rocas, la arena, el pescado. Barcelona, Ocata, Gracia, el Borne y el Mediterráneo. Albergo la ciudad invisible, el camino que recorrer, el pueblo con encanto, la aldea recóndita tallada en lo alto del valle nevado. Montmartre, Trastévere, Malasaña y el Raval. Brooklyn, Iguazú, la Habana vieja y Alexander Plazt. Benedetti, Mújica y su dignidad. Cortázar, Rayuela, Neruda, García Márquez, Cien años de soledad. Galeano, Sabines, Don Quijote de la Mancha, Lorca y Machado. Ungaretti, Séneca, Paul Auster, Sabina y Serrat. Los versos de Whitman, las cartas de Keats. Dioses griegos, latinos, Marte, Júpiter, Saturno, el Sol, la Pachamama y la constelación de Orión. Envuelvo las estaciones, los temporales, los rayos, el sol. El océano, la catarata, un verso, una canción. Las calles escondidas, el miedo al doblar la esquina, la seguridad en la incertidumbre, la sorpresa del azar. Los tejados, los portales, las plazas, los jardines, los viajes en avión, el primer tren, un bonsái, el libro en el vagón. Me quedo con la música, el concierto, el festival. La semana santa, el puente, la navidad. Los abrazos pendientes, los besos regalados, los juegos, los bailes, los misterios, los encantos. Renuevo la esperanza, la ilusión, los cinco continentes, las campanas del domingo, la plaza, las castañas, las hojas del otoño, un saludo, buenos días, la azotea, un mirador. Me quedo las galaxias insondables, el cosmos hechizado, las islas griegas, Shangai, Praga, el Louvre, el Nilo, el Prado, el Hermitage. Tras esta vida efímera a mil años luz hay un planeta donde nos volveremos a encontrar. Me llevaré esta colección, este inventario, este collage. En la puerta de embarque al más allá, espero que esta humilde maleta, pueda entrar.

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