Opinión

Yo acuso

Acuso al general Francisco Franco de haber perpetrado un golpe de Estado contra el gobierno legítimo de la República Española en el año 1936 e instaurar una dictadura nacionalista católica que impuso su ideología por la fuerza en toda España durante cuarenta años reprimiendo toda lengua, cultura e historia que no fuera el nacionalismo español. Acuso a Adolfo Suárez y a Calvo Sotelo por ser cómplices en la aprobación de las leyes franquistas por las cuales se instauraba en España un régimen político basado en la Monarquía como forma de gobierno durante la transición. Acuso al gobierno de Felipe González y al PSOE de haberse corrompido hasta la médula institucional, haber creado un grupo terrorista paramilitar financiado con el dinero de los ciudadanos y haber traicionado los ideales del socialismo. Acuso al gobierno de José María Aznar por complicidad en crímenes contra la humanidad por su apoyo político a George Bush en la guerra de Irak, mintiendo sobre el uso de armas de destrucción masiva en el parlamento español y mintiendo para beneficiarse electoralmente sobre la autoría en los atentados de la estación de Atocha. Acuso a Zapatero, por no haber sabido preveer la crisis económica que se avecinaba y tratar de esconder sus consecuencias, lo que provocó su agravamiento. Acuso al gobierno en pleno de Mariano Rajo y del PP por haber provocado los mayores escándalos de corrupción política de la historia reciente y por haber recortado presupuestos sociales vitales que empeoraron la calidad de vida de millones de españoles. Acuso a Artur Mas y a la rama radical nacionalista de CIU, por haber inoculado el virus del odio en la ciudadanía catalana aprovechando el padecimiento que sufría la población por la crisis económica a partir del año 2009. Ese virus llamado nacionalismo, que ha corroído la mente de millones de personas durante todo el siglo XX, llevándolos a conflictos extremos entre amigos, vecinos y hermanos, por razones de lengua, cultura, historia o religión. Acuso a Pedro Sánchez, por no tener la formación intelectual necesaria para debatir políticamente con los nacionalistas y no saber crear una idea de España republicana, federal, democrática y moderna para el siglo XXI en el contexto de la Unión Europea. Acuso a Casado, a Rivera y a Abascal, por fomentar el odio hacia Cataluña y regar con sus discursos el nacionalismo español más extremo entre la ciudadanía, en un grave ejercicio de irresponsabilidad política. Y sobre todo nos acuso, a todos nosotros, ciudadanos, vecinos, amigos de la Península Ibérica, desde Fisterra a la Punta de Tarifa, desde los Pirineos a Granada, desde Asturias a Bahía de Cádiz. Por haberles votado, por haber comido en cada telediario el pasto de sus mentiras, la basura intelectual en sus intervenciones públicas, en cada Consejo de Ministros, en cada debate público, en cada incumpliendo fraudulento de sus programas electorales. Nosotros somos, en última instancia, responsables de nuestros propios problemas. Responsables, por no evitar la propagación de ese cáncer llamado nacionalismo. Responsables, por no impedir que se expanda como un virus en todas las versiones y direcciones de nuestra tierra, fomentando el sentimiento tribal y el odio a la diferencia. Como Émile Zola, en su célebre discurso, sólo un sentimiento me mueve: "Deseo que la luz se haga. Y lo imploro en nombre de la humanidad, que ha sufrido tanto y tiene derecho a ser feliz".

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