Opinión

Esencia de mujer

Si has pasado un verano por encima de tus posibilidades y ya piensas en combinar varios y penosos trabajos durante el invierno, donar óvulos, vender las joyas de tu abuela, o ejercer la prostitución para pagar el crédito del máster o la guardería de los niños; no lo dudes, mujer, confía en tu esencia. Lo último en negocios online combina lo mejor del I+D+i con la tradición. Se trata de la compraventa de ropa interior usada y ya existen, al menos, tres plataformas en España para facilitar las transacciones con la mayor discreción y comodidad posible. La tecnología puesta al servicio de las perversiones humanas para hacernos la vida más fácil y placentera.

Y aunque el fetichismo de oler bragas usadas existe desde tiempos inmemoriables, la moda del mercadeo viene de Japón, en donde los fluidos femeninos ya se dispensan en cómodas máquinas expendedoras para disfrute de sus clientes. El precio de las bragas usadas que se venden en España por internet alcanza hasta los 400 euros por pieza y lo único que hay que hacer es usarlas sin el menor sentido de la higiene. En esto tampoco hay límites: el precio sube a mayor cantidad y calidad de flujo depositado.


Las nalgas se acompañan con la foto de la cara de la propietaria del trasero, que debe permanecer impasible mientras un desconocido clava la lengua en su ano después de una dura jornada de trabajo


En las webs especializadas (Secret Panties, Real Panties y la pionera y, menos ambigua, comprarbragasusadas.com) se puede ver un amplio catálogo de productos no recomendable para escatológicos, que van desde las braguitas de después de ir al gimnasio, al tanga de después de follar (hay quien vende sus bragas de la noche de bodas) o braguitas “muy sucias” que incluyen restos de menstruación o caca. Entre los usuarios también hay una apuesta clara por la natalidad, ya que las más cotizadas son, precisamente, las bragas de embarazada. Hombres capaces de pagar un dineral por esas bragas con las que tu madre te curtiría si las llevases puestas el día que sufres un grave accidente de tráfico y acabas ingresada en un hospital.

Y aunque la confidencialidad de unas y otros se respeta totalmente —las vendedoras no desvelan su rostro y sus datos no son facilitados al cliente—, la compra no se realiza precisamente a ciegas. Las emprendedoras han de subir una foto con la prenda puesta, poner su edad y profesión —según la imaginación u honestidad de cada cual—, y una reseña de sus gustos y aficiones. Así el comprador puede escoger entre licenciadas en busca de trabajo, camareras, madres solteras, esposas felices, abogadas, universitarias que se quieren sacar un sobresueldo "“sin traicionar a mi novio"”, vegetarianas, animalistas, empresarias, rubias, morenas, jóvenes, viejas, mojigatas o profesionales del sexo.

Gal Brown, actriz porno y vendedora de bragas usadas, explica en qué consiste el trabajo. “"Estas bragas que llevo puestas justo las voy a vender, tengo que llevarlas todo el día para dejar mis fluidos y poderlas enviar"”. Mientras, la creadora de Secret Panties recomienda envolver la prenda que se va a enviar cuanto antes en film para conservar su aroma, y añadir “una nota de amor o una piruleta” para cautivar al comprador. Las estrecheces queridas, son para las perdedoras.


Daniel García Carretero, creador de Real Panties: "“La empresa me ha proporcionado la oportunidad de realizar una actividad creativa, imaginativa. No siento que sea algo que deba esconder y que signifique una deshonra"


Si todavía albergas ciertos prejuicios morales, manías profilácticas o una obsesión por ver comprometidos tus valores, piensa que no existe una profesión más digna que la otra ni, por supuesto, parafilia o perversión indigna. Lo dice Daniel García Carretero, creador de Real Panties. "“La empresa me ha proporcionado la oportunidad de realizar una actividad creativa, imaginativa. No siento que sea algo que deba esconder y que signifique una deshonra, y aquí estoy, a cuerpo limpio".” Porque las bragas estarán muy sucias, pero no el dinero que sale de dicha actividad “"hago una actividad legal y pago mis impuestos en España"”. "“Alguien me ha comentado que para hacer algo así hace falta ser muy valiente y tener muchos cojones. Yo creo que los cojones los tienen mis amigos, compañeros de carrera, primos o conocidos que se han marchado a Alemania o a Londres a buscarse la vida, porque en este país se les ha vetado"”.

Daniel, autoproclamado líder político, tiene claro por qué este país necesita de las bragas usadas. "“En este tiempo también he conocido a gente que se ha llevado las manos a la cabeza y me ha dicho que eso es una guarrada. Y es que España es todavía muy pacata y la hipocresía moneda de cambio, y por ello es necesario sorprender, provocar y agitar conciencias".”

Podemos seguir obviándolo, podemos ignorar los avances de la sociedad, pero el futuro ya está aquí. El país del sol naciente, pionero en modas excéntricas y porno de incalificable categoría sexual y mental, ya ha ido un paso más allá. Mientras aquí nos escandalizamos por unas braguitas, en Japón ya hay restaurantes en donde sus clientes pagan para comer culos.

Lugares sofisticados en donde los paladares más exquisitos pueden practicar annilingus a culos de mujer que se presentan servidos en pompa saliendo de una suerte de tambor de la lavadora. Las nalgas se acompañan con la foto de la cara de la propietaria del trasero, que debe permanecer impasible mientras un desconocido clava la lengua en su ano después de una dura jornada de trabajo. Y nosotros de cañas.

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