Opinión

Viernes negro

HOY  LOS comercios de la ciudad estarán llenos de almas en busca de un gran descuento, la última oportunidad, una estupenda oferta con rebajas increíbles que prometen llegar hasta el 70 por cierto en muchos de sus artículos. El término ‘Viernes Negro’, en su traducción al español, se acuñó en Estados Unidos en los años 70, como consecuencia del enorme tráfico de vehículos que colapsaba las calles de Filadelfia el día después de Acción de Gracias. Un día en el que tradicionalmente muchos ciudadanos estadounidenses hacen fiesta y aprovechan para realizar las compras de Navidad. El día en que más se vende de todo el año y en el que cualquier escaparate podría convertirse en el altavoz perfecto para las causas que no siempre gozan de la atención necesaria.

España, sin día de Acción de Gracias, no podía permanecer impasible a la oleada de ventas online que se vienen produciendo desde hace años hacia el otro lado del charco y ha hecho del Black Friday no un día, sino varios, de gangas y ofertas con el objetivo de estimular las ventas prenavideñas. Lo de cada año si no fuera porque éste, es especial. El Viernes Negro de 2016 coincide con el 25N, el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una fecha que las Naciones Unidas establecieron en homenaje a las hermanas Mirabal, tres mujeres “traidoras” hechas asesinar por encargo del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Por eso, por primera vez, y a través de la campaña ‘En Negro Contra a Violencia’, muchas instituciones y comercios pontevedreses han prestado sus escaparates para llenarlos de lemas contra la violencia machista, escritos sobre carteles en fondo negro. Diecisiete concellos de toda Galicia se han sumado a esta acción que empezó el viernes pasado y que ha sacado las vergüenzas del primer mundo a airear, con mensajes como “non o son o teu dono”, colados entre preciosas braguitas de encaje y elegantes corbatas de caballero que más de uno, seguro, leerá incómodo mientras reflexiona sobre su propio comportamiento.

Desde 2003, oficialmente, más de 800 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas en España, tal como recoge el portal feminicidio.net. Pero las estadísticas oficiales sólo ofrecen datos de asesinatos íntimos y no de los asesinatos de mujeres cometidos por hombres y producidos fuera de la pareja, los de prostitutas y otras mujeres al margen de la ley, ni tampoco los de los hijos u otros familiares y allegados relacionados con las víctimas de la violencia machista. Las niñas de Moraña brutalmente asesinadas por su padre, no son, legalmente, víctimas de violencia de género ni cuentan en las estadísticas. Tampoco cuentan los suicidios que muchas mujeres cometen después de años de malos tratos, vejaciones y sometimiento psicológico.

Hoy es el día en que se recuerda que, en todo el mundo, el hecho de nacer mujer es factor de riesgo para ser violada, asesinada y esclavizada. El día en que, oficialmente, se reconoce que las mujeres sufrimos todo tipo de violencias y discriminaciones solo por el hecho de serlo. En donde debatimos no sólo sobre los malos tratos, sino también sobre la base de los mismos: las relaciones de amor desiguales, la cosificación, la sexualidad, la pobreza femenina, la precariedad laboral. En que advertimos del fin de nuestro papel de madres y mantenedoras a tiempo completo (y sin costes) de ese Estado del Bienestar con el que a muchos mandatarios se les llena la boca mientras las hijas de las últimas madres devotas de cena caliente y ropa planchada, exigen lo suyo y se largan con su devoción, a buscarse el pan y el reconocimiento social al mercado laboral. El día en que apuntamos, con la rabia contenida, el nombre de una nueva víctima de 26 años, asesinada por su -expresión que me llevaría a la cárcel- novio, dentro de un coche en Fuenlabrada.

Y en la base de la desigualdad está también nuestro primer acoso, el momento a partir del cual empezamos a tener miedo por ser mujeres. Dentro del 25N, el Concello de Pontevedra lanzaba estos días la acción #PrimAcoso para que todas las mujeres puedan visibilizar, a través de las redes sociales, lo que tantos años llevamos callando. Lo que callamos por vergüenza, mientras los que tenían que callar se chuleaban de ello. El primer mensaje fue el de la concelleira de Benestar, Carmen Fouces, que recordó a aquel vecino que, con 6 años, la sentaba en su regazo para acariciarle las piernas. Podría ser también el día en que aquel familiar mayor te tocaba mientras te decía lo mucho que te habían crecido las tetitas, o cuando el cura te preguntaba por tus intimidades sexuales, o el día en que varios compañeros de clase te sujetaban para sobarte mientras permanecías paralizada de terror. Podría ser, y no queremos que siga siendo. Hagamos del viernes negro un día para la reflexión, y el cambio.

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