Opinión

La duda no ofende

La duda es el gran aliado del conocimiento, de tal manera, qu e dudar es avanzar pues, el que no duda es tan abúlico como el que carece de voluntad

SEGÚN UN antiguo proverbio indio, el que no duda, nada sabe. Y, además, como dijo Kant, el sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca.

Esas ideas nos confirman que la duda no sólo sirve para demostrar que existimos, según Descartes, sino también, para despertar el deseo o interés por saber, pues, como dijo Aristóteles, todos los hombres tienen, por naturaleza, afán o deseo de saber.

Para conseguir ese objetivo, la duda es la mejor herramienta que nos permite distinguir la apariencia de la realidad, el oro del oropel y, en el campo de los minerales, la ganga de la mena.

Dudar no significa ser incrédulo; todo lo contrario, es reivindicar la importancia del espíritu crítico para mejor conocer la realidad.

"Lo importante es no dejar de hacerse preguntas", decía Albert Einstein pues, "si dejamos de planteárnoslas, perderemos nuestra humanidad", dice Adela Cortina, Catedrática de Ética.

Saber que no se sabe es humildad. Pensar que uno sabe lo que no sabe es enfermedad, según pensaba el filósofo chino Lao-Tse. "Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano", dijo Newton.

También Buda afirmaba que "somos lo que sabemos" y pensadores como Francis Bacon y Auguste Comte, reconocían que "conocimiento y saber es poder".

Instalarse en la duda es inhibirse del afán de conocer. Con esta actitud negativa, la duda pierde su principal función, que es la de activar nuestro espirito crítico para aumentar el conocimiento y fijar con mayor certeza el contenido de nuestras ideas. No es que la duda baste para evitar que nos den, como se dice vulgarmente, gato por liebre pero sí para que nuestras opiniones puedan adquirir cierto grado de certeza para convertirse en auténticas convicciones.

Saber lo que se sabe y saber lo que no se sabe es la principal convicción y el principal desafío al afán de saber inherente a todo ser humano y comprender que hay otros puntos de vista es el principio de la sabiduría», como afirmaba Thomas Campbell.

Esto nos obliga a reconocer el acierto de Isaac Asimov que, al rebelarse intelectualmente contra Sócrates, dijo "ya estoy harto de este invento de que no saber nada es sabiduría", pues "si el conocimiento puede crear problemas, no los podemos resolver a través de la ignorancia".

Resumiendo, podríamos decir que la duda es el gran aliado del conocimiento, de tal manera, que dudar es avanzar pues, el que no duda es tan abúlico como el que carece de voluntad.

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