Opinión

Libertad a costa de libertad

La nueva libertad está destinada a crear un sentimiento profundo de inseguridad, soledad y angustia

NO CABE duda, la pugna dialéctica entre libertad y seguridad sólo puede resolverse si se reconoce que la seguridad es un medio necesario para alcanzar la libertad.

No se trata, pues, de dos caras de la misma moneda, porque la libertad necesita de la seguridad para existir y ejercerse; mientras que la seguridad puede existir sin necesidad de la libertad.

Esas eran las dos preguntas que se hacía Hobbes, es decir, de qué nos sirve ser libres si no nos sentimos seguros y de qué nos sirve la seguridad si lo que nos ofrece es una "paz de esclavos".

Solo reconociendo que la seguridad no es un bien en sí mismo, sino un valor instrumental al servicio de la libertad y que ésta es la condición esencial del ser humano, se puede comprender la importancia de ambas, sin subvertir su respectivo valor y jerarquía.

A la vista de lo anterior, es evidente que, para hacer prevalecer una idea sobre las otras, es necesario atender a la distinta y opuesta concepción de la naturaleza humana.

En efecto, para el optimismo antropológico de Rousseau y la idea de la bondad natural del hombre, es la libertad el valor supremo; en cambio, para Hobbes y su pesimismo antropológico del hombre "lobo para el hombre", es la seguridad la máxima aspiración de las personas. Son, respectivamente, los padres del liberalismo y el absolutismo o de la libertad y la seguridad.

Ahora bien, la libertad no es un don gratuito y espontáneo, requiere esfuerzo y sacrificio. Por eso, cuando Hobbes se plantea cuál es el precio del orden y de la paz, no duda en afirmar que solo se logra "a costa de la libertad", pues, siempre, dice, este coste es menor que la guerra y la muerte. El precio de la libertad es, por consiguiente, la propia libertad que es la conclusión a la que llega Hobbes.

Por otra parte, debe mencionarse la posición de Goethe que, desde un punto de vista, puramente conservador, "prefiere la injusticia al desorden".

Este miedo a la libertad sirvió de título a la obra del psicólogo social y psicoanalista Erich Fromm, publicada en 1941, en la que se examina la doble consecuencia que se desprende del desarrollo humano, en el que se da la paradoja de que, a medida que avanza su libertad, crece al mismo tiempo, su inseguridad.

La nueva libertad está destinada a crear un sentimiento profundo de inseguridad, soledad y angustia. Esto conduce al hombre moderno a "desear el abandono de su libertad". Se tiene más miedo a la inseguridad que a perder libertad, pues como dijo el mismo Goethe, "los peligros de la vida son infinitos y, entre ellos, está la seguridad".

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