Opinión

¿Qué puede hacer Sánchez?

PEDRO SÁNCHEZ tiene dos años por delante —con elecciones autonómicas y municipales de por medio— y lleva en la cartera más proyectos que recursos. Ya ha descubierto que una cosa es hacer campaña sobre tal o cual asunto cuando se está en la oposición y otra muy diferente, gobernar. Le ha pasado con los Presupuestos. Tuvo que aceptar los que había elaborado el Gobierno del PP pese a haberlos criticado con dureza y le va a pasar con la financiación de las Comunidades Autónomas para las que el PSOE pedía una reforma urgente. Cuando estaban en la oposición —Andalucía a la cabeza exigía 4.000 millones— y ahora, llegados al Gobierno, descubren que solo disponen de 9.000 millones para repartir entre todas las autonomías. Otro tanto podría pasar con la Ley de la Reforma Laboral, más que necesaria parecía su derogación pero ahora ya nos hablan de "reformas puntuales".

En la oposición los partidos pueden reflejar las aspiraciones de la gente pero gobernar es otra cosa. Y quizá no pueda ser de otra manera en la medida en la que como decías Arthur Schlesinger Jr., asesor que fue de John F. Kennedy, "se hace campaña en poesía y se gobierna en prosa". Quiero decir con esto que no es improbable que el nuevo Gobierno que preside Pedro Sánchez acabe desilusionando a quienes saludaron con entusiasmo su llegada. Porque suponía un cambio de ciclo y porque creaba la expectativa de que en el ámbito socio laboral podían ser revertidas algunas de las políticas neoliberales impuestas por el Partido Popular al amparo de las recetas para hacer frente a la crisis. Cuando menos, las más duras y lesivas para los trabajadores, muy castigados en el registro salarial y en los derechos sindicales. El caso más claro, era y es, la Ley de la Reforma Laboral. Ya se ve que ni será sencillo, ni será rápido. El PSOE cuenta con una representación parlamentaria discreta y, más allá del recurso —siempre discutible— al decreto ley, necesita el concurso de fuerzas parlamentarias dispares. De momento sólo Podemos, por boca de Pablo Iglesias, comparece como socio estable para lo que queda de legislatura.

El margen que le queda a Sánchez es atacar reformas en asuntos sin repercusión presupuestaria. Cargados si se quiere de simbolismo, pero que no van más allá. Será el caso de la exhumación y traslado de los restos de Franco o la derogación de algunos artículos de la conocida como Ley Mordaza. O el traslado a cárceles de Cataluña de los políticos catalanes presos por su implicación en el proceso sedicioso que está siendo investigado por la Audiencia Nacional. El margen de actuación del que dispone Pedro Sánchez es limitado. Depende de otras fuerzas y ya se sabe que cuando uno tiene la silla alquilada no se sienta cuando quiere.

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