Opinión

Necesitamos más mujeres en política

SÍ, NECESITAMOS más mujeres en política. Van, es cierto, ocupando los segundos escalones, pero quienes nos han metido en este lío son varones, machos alfa que hacen las cosas por sus santos c... y a ver quién la tiene más larga. Las negociaciones entre Pedro Sánchez y Pablo iglesias han tenido mucho de testiculares, lo mismo que entre Rivera y Casado se ha establecido una competición absurda por ver quién se hace con un liderazgo de la oposición que es cosa que al interés de la nación importa más bien poco.

Ya dije alguna vez que era indeseable que todos los principales candidatos a llegar a la Moncloa fuesen varones, altamente poseídos de sí mismos, competitivos al máximo. Un cien por cien masculino que ya no representa la realidad sociológica, ni profesional, ni cultural, de España. De acuerdo: escalan posiciones Lorena Roldán en Ciudadanos —yo me siento algo decepcionado ante el seguidismo ciego de Inés Arrimadas—, Cayetana Álvarez de Toledo en el PP —aunque sea una persona más bien controvertida— y espero que Isabel Díaz Ayuso se consolide en Madrid, poniendo fin a la que está cayendo. De la misma manera que desearía que no se consolidase, ay, la llegada de María Chivite al gobierno de Navarra, llegada que no se produce precisamente por méritos derivados de urnas.

Pero a la cumbre, lo que se dice a la cumbre, ese puerto de arribada tan deseado, no ha llegado ninguna dama, ni se la espera de cara a los próximos acontecimientos políticos, salvo que Iglesias dé ese paso al lado, aunque sea para colocar a su compañera vital en la carrera de salida.

No soy amigo de generalizar, ni siquiera cuando se habla de géneros, pero cierto es que uno, que va acumulando jefas más que jefes, ha de constatar de manera definitiva que el estilo de unos y otras es diferente. Y en política, donde lo suyo es convencer, pactar, llegar a resultados desde postulados diferentes, las mujeres me parece que son más competentes que los hombres, básicamente porque no tratan de aplastar a nadie. Y siento decir eso cuando acabamos de concluir una negociación de no-investidura desastrosa, en la que han participado, por el lado socialista, y con éxito muy descriptible, dos mujeres de talla política desigual, que de todo ha de haber en la viña del Señor.

Ya digo: cuando las cosas van mal, y la política española —lo sugieren hasta las tripas del CIS— va mal, hay que cambiar a los responsables, que mire usted lo que ha pasado en el segundo banco del país (todos hombres, no como en el primero). No entiendo por qué no íbamos a producir un viraje también político y, además, sustancial, si poco a poco lo hemos ido propiciando en la judicatura, lentamente en los negocios o en el periodismo. Tal vez las cosas empezarían a irnos algo mejor.

¿O no cree usted que a los estadounidenses les hubiera ido mejor con Hillary Clinton que con ese, ejem, señor encaramado a la Casa Blanca? Si hasta a Theresa May acabarán añorándola los británicos, vuelve Theresa, que te perdonamos... Merkel, ¿por qué no te empadronas en españa, en un pueblo de Segovia por ejemplo, y te presentas a las elecciones aquí? Y de paso, tráete de vicepresidenta a esa mujer admirable que es Ursula von der Leyen, que sustituirá con ventaja a un tal Juncker, que en tanto barullo nos metió. Quién fuera alemán, diría uno a veces, si no quisiera tanto a España...