Opinión

Los otros camarotes de los Marx

Como no hay peor cuña que la de la misma madera y la oposición vive de dos frases exitosas de dos exdirigentes socialistas dedicadas a los nuevos rectores del PSOE. El fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba tiene el copyright del "gobierno Frankenstein" y Felipe González el de otra imagen no menos gráfica y corrosiva cuando calificó al Ejecutivo como el "camarote de los hermanos Marx".

El tsunami, efecto mariposa, turbión, vendaval… originado por la fracasada moción de censura contra el presidente de Murcia por parte del PSOE y Ciudadanos va a tener también la virtualidad de llenar otros camarotes de los hermanos Marx, con paredes rígidas, en las que los militantes y dirigentes de toda la vida tendrán que hacer hueco a los rebotados de Ciudadanos que se han pasado con armas y bagajes al PP, en lo que Pablo Casado ha denominado el inicio de la recomposición del espacio del centro derecha y, aún más, en casos, como el de Murcia a los tránsfugas de Vox que fueron expulsados del partido de ultraderecha para volver ahora a la disciplina de un gobierno popular, en un ejercicio de metatransfuguismo.

No es de extrañar que en algunas organizaciones regionales del PP estén preocupadas por el desembarco de tanta gente y tan rápido. Quien abandona un cargo de Ciudadanos y se lleva con él el acta que le acredita como cargo electo no lo hace gratis total, sino que junto a su voto está la negociación de la entrada en el gobierno regional, como ha ocurrido en Murcia, o la promesa de que su nombre será tenido en cuenta en la próxima elaboración de las listas electorales como agradecimiento de los servicios prestados. El desembarco de los paracaidistas procedentes de otros partidos tiene como consecuencia que algunos de los militantes de toda la vida, que también tenían expectativas de crecer políticamente o de ocupar un cargo, después de darlo todo por el partido, ve como le sobrepasa un advenedizo. Esto es así en el caso de los cargos que llevan acompañado sueldo y la garantía de puesto de salida en las próximas elecciones, y es evidente que el transfuguismo será menos relevante en el caso de los militantes de Ciudadanos que abandonen sus cargos de concejales en los pueblos, que en la inmensa mayoría de los casos realizan su labor gratis et amore.

La sangría que padece Ciudadanos, al menos hasta que sea capaz de contener la hemorragia de deserciones llevará a situaciones tan paradójicas como que en el Grupo Mixto del Senado coincidan los senadores naranjas que han permanecido fieles a la organización y que han perdido el grupo parlamentario, y los tránsfugas que la han abandonado y que en una concepción alimenticia de la política, más allá de las justificaciones ideológicas, no han entregado su acta de senadores, lo que habría sido una muestra de dignidad personal y de coherencia política, si tan descontentos se encontraban con la deriva ideológica de la formación naranja.

La distinta forma en la que han actuado unos y otros dirigentes que han abandonado Ciudadanos pone más de manifiesto, si cabe, su calidad de tránsfugas. Cierto que Inés Arrimadas había hecho firme su propósito de desmarcarse de la foto de Colón, pero los que se han ido ni tan siquiera han intentado dar la batalla interna.

Comentarios