Opinión

Rajoy, líder de la oposición

EL DEBATE entre el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el candidato a sustituirle si triunfa la moción de censura, Pedro Sánchez, se pueden extraer pocas conclusiones que no estuvieran ya previstas en un cruce de espadas, a veces de sables, con peticiones de dimisión reiteradas por parte del secretario general del PSOE y con una defensa numantina de su cargo y de la inconveniencia por distintos motivos de que acceda al cargo por Mariano Rajoy.

De las intervenciones de Mariano Rajoy queda la impresión de que a veces actuaba ya como líder de la oposición, en lugar de como presidente del Gobierno, con sus sucesivas preguntas que a veces llevaban implícita la respuesta porque siete años de Gobierno dan para muchas obras, pero también para muchas lagunas. Pero sobre todo porque no ha renunciado a la utilización de dos de los asuntos que son sus arietes cuando no ejerce el poder, la cuestión territorial y la situación económica heredara —con la cuestión del terrorismo y las víctimas que utilizó Rafael Hernando inmediatamente tras concluir la sesión de la mañana— con lo que el marco de su oposición en el caso de que sea censurado ya está diseñado: una nueva etapa de crispación a la vuelta de la esquina.

De ahí que Pedro Sánchez le haya lanzado una de las mayores andanadas cuando le ha recordado que los socialistas son leales con el Ejecutivo para afrontar el debate territorial en cualquier circunstancia mientras que los populares no lo son cuando están en la oposición, y le haya recriminado que se escude en la crisis territorial para tratar de frenar el paso al candidato, después de que su displicencia, en los últimos años, y su posición contraria tras la aprobación del Estatut — cosas del pasado dijo Rajoy— hayan llevado la cuestión catalana al punto actual. "¿Va a aceptar 
Rajoy, líder de la oposición, el derecho de autodeterminación?", le ha preguntado Rajoy a Sánchez, con quien ha pactado la aplicación del artículo 155 de la Constitución, en un anticipo de la que se avecina si triunfa la moción de censura, pese a su compromiso de hacer cumplir la Constitución.

Por supuesto que el que se examinaba para el cargo era el secretario general de los socialistas, y sobrevolaba sobre su propuesta su capacidad para gobernar con apoyos tan heterogéneos, si el PNV da el plácet, pero no menos importante es con qué apoyos va a contar Mariano Rajoy para poder gobernar, de forma que la inestabilidad política está garantizada, en ambos casos.

Si no es fácil gobernar con 85 diputados, tampoco tiene sentido hacerlo con 134 y sin ningún apoyo más. La duda que no ha resuelto Pedro Sánchez por el momento es el tiempo, en el caso de salir investido presidente del Gobierno, en el que tiene previsto convocar elecciones generales.

Como aviso para navegantes ha manifestado su intención de comenzar a elaborar los Presupuestos Generales de 2019, tras comprometerse a gobernar con las cuentas públicas que acaba de rechazar haciendo de la necesidad virtud y un guiño al PNV. A lo largo del debate, bronco por momentos sobre todo por parte de Rajoy al señalar las incapacidades de Sánchez para ocupar el cargo, y pese a que está en la base de la moción de censura —el "chantaje" a la Cámara, dijo para gobernar sin pasar y ganar en las urnas— la discrepante interpretación del fallo del caso Gürtel sirvió de introducción al debate. Rajoy puso en marcha el ventilador de la corrupción, como si estuviera en la oposición.

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