Opinión

Aires nuevos en los concellos

Los alcaldes empiezan a marcar su ruta en los municipios en los que hubo cambio de color 



LAS ELECCIONES municipales de mayo no provocaron una revolución en el mapa político de la provincia de Lugo, pero sí cambios de poder en más de una docena de ayuntamientos, con la entrada de aire nuevo en algunos concellos que eran auténticos feudos, en la mayoría de los casos del PP, y con el regreso de regidores, que habían sido desplazados en los últimos cuatro años y que vuelven al sillón de la alcaldía para continuar lo que dejaron a medias. Las tomas de posesión tuvieron lugar en junio, pero los nuevos gobierno locales estuvieron durante medio año condicionados por los presupuestos aprobados por sus antecesores y, ahora, con la entrada del 2016 y del nuevo ejercicio económico, los alcaldes comienzan realmente a tomar las riendas de las entidades y a marcar la hoja de ruta para los próximos cuatro años.

En A Mariña, los socialistas de Alfredo Llano retomaron el poder en Burela y ya están haciéndose notar con cambios radicales en aspectos como la cultura y los deportes. En Trabada, el popular José Manuel Yanes Guinzo fue desplazado, tras la friolera de 24 años, por la socialista Mayra García Bermúdez, la alcaldesa más joven de la provincia, que le ha dado una vuelta al Concello para acercarlo a los vecinos, está controlando las arcas municipales y ha dado golpes de efecto como la apertura de la biblioteca municipal, que llevaba años cerrada. En Lourenzá y en Alfoz, también cambió el poder de manos, pero las novedades se están haciendo esperar, a diferencia de lo que ocurre con Mondoñedo, donde la popular Elena Candia está dinamizando el Concello a toda velocidad y en todas direcciones, con especial atención al turismo como fuente de riqueza y empleo.

Las elecciones mantuvieron al PP en el gobierno de la mayoría de los municipios de A Terra Chá, pero hubo cambios importantes. Tal vez, el más simbólico fue el acontecido en Muras, donde el popular Issam Alnagm, que gobernó como un auténtico señor feudal durante más de dos décadas, fue desplazado por el nacionalista Manuel Requeijo y los cambios no se hicieron esperar. Los vecinos acuden ahora con sus problemas a la casa consistorial, un recinto inaccesible en el periodo anterior para el paisano de a pie, e incluso se les permite participar en los plenos. Pero los cambios han sido más profundos, porque se ha saneado la plantilla municipal, reduciéndola de 28 a 8 trabajadores, y el nuevo ejecutivo está poniendo orden en las arcas del municipio.

Además de Muras, los comicios municipales trajeron cambios en Meira, donde Antonio de Dios, exalcalde independiente, volvió tras las siglas del PSOE y está empezando por sanear el Concello, revisando las tasas e impuestos que estaban fijados desde el Pleistoceno; Guitiriz, donde regresó al poder la socialista Regina Polín, para retomar proyectos que dejó pendientes en su anterior mandato, como el geriátrico de la Casa da Botica; Ribeira de Piquín, donde el socialista Roberto Fernández Rico está haciéndose con las riendas del Ayuntamiento y Xermade también estrena regidor del PSOE, Roberto García, que es el que más problemas tiene, porque gobierna en minoría, y, por el momento, no ha logrado sacar adelante el presupuesto.

En la comarca de Sarria, la capitalidad protagoniza el cambio más polémico. La socialista Pilar López se hizo con la alcaldía, coaligada con BNG y Compromiso por Galicia, pero el tripartito duró muy poco y, ahora, la nueva regidora está expuesta a una moción de censura que, visto el panorama, podría estar más cerca que lejos.

Mejor le va al nuevo alcalde de Láncara, el también socialista Darío Piñeiro, que gobierna en minoría, pero que, incluso, ha conseguido el apoyo de la oposición para el presupuesto.

Por lo que se refiere a la Ribeira Sacra, el único cambio se registró en Monforte, donde el socialista José Tomé sustituyó al nacionalista Severino Rodríguez, que llevaba doce años en el poder. Por el momento, y salvo la recuperación de fuentes ornamentales, el nuevo gobierno se ha hecho notar muy poco, a no ser por la moción de confianza a la que ha tenido que someterse por no tener apoyos para el presupuesto.

En A Ulloa, el independiente Jesús Otero sustituyó al veterano Antonio Gato en la alcaldía de Monterroso, pero, a pesar de la expectación que provocó su llegada, por el momento, se ha limitando a intentar rematar los flecos que dejó el socialista después de cuatro mandatos.

Los nuevo alcaldes están arrancando con mayor o menor fortuna, pero todos traen aires nuevos, siempre necesarios, pero imprescindibles en algunos ayuntamientos en los que comenzaba a oler a podrido.

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