Opinión

Deshojando la margarita

PSOE y BNG siguen sin ponerse de acuerdo para desbancar al PP de la Diputación de Lugo

PSOE Y BNG llevan tanto tiempo, casi tres meses, deshojando la margarita de la moción de censura en la Diputación de Lugo que, tanto en estas dos formaciones como en el seno del PP, hay quien empieza a pensar que el desencuentro entre socialistas y nacionalistas se ha convertido en algo crónico. Sin embargo, ambas formaciones continúan negociando, lo que ocurre es que las conversaciones no avanzan y eso que, tanto unos como otros, tienen prisa por recuperar una entidad que gobernaron durante ocho años y que perdieron por intrigas internas del PSOE.

En Lugo, tanto entre los nacionalistas como entre los socialistas, hay un total desconocimiento sobre lo que está ocurriendo en Santiago. Las conversaciones se están llevando al más alto nivel (la última fue el pasado jueves), entre muy pocas personas, que mantienen un mutismo total, por lo que a Lugo sólo llegan comentarios deshilachados, que hacen crecer la incertidumbre y que están preocupando cada vez más a los alcaldes de ambas formaciones. Los regidores claman al cielo por haber perdido una institución que durante los últimos años ha actuado en sus municipios como auténtico maná.

El socialista Manuel Martínez, que aspiraba a presidir la Diputación y que fue vetado por el BNG debido a su imputación en un caso judicial, ya no es un problema. En un principio, el alcalde de Becerreá se negó a respaldar con su voto al candidato de última hora que buscó el PSOE, el alcalde de A Pontenova, Darío Campos, para lograr el respaldo de los dos diputados nacionalistas y mantener la presidencia de la entidad. Rompió la disciplina de voto y permitió que la popular Elena Candia ocupase el sillón del despacho principal de San Marcos, pero desde mediados de agosto, el becerrense ha cambiado considerablemente de postura y ahora parece dispuesto a aceptar cualquier salida, siempre que sea digna. Incluso, ya no reclama una vicepresidencia y se contentaría con formar parte de la junta de gobierno y dirigir algún área de importancia en el organigrama de la entidad provincial.

Martínez se ha reincorporado, tras décadas de excedencia, a su plaza de profesor y sigue tranquilamente esperando a que desde su partido le hagan una propuesta, que posiblemente aceptaría sin muchas reticencias, porque es consciente de que la situación que se está viviendo en la Diputación de Lugo no puede ser eterna.

Si el principal escollo para llegar a un acuerdo está superado, ¿por qué no hay ya un pacto y se presenta la moción de censura? La pelota está ahora en el tejado del BNG y en el seno de la formación nacionalista parece que existen divergencias entre los cargos lucenses y la cúpula del partido, que es la que está negociando. Mientras en Lugo están dispuestos a continuar con Manuel Martínez en el gobierno provincial, como hicieron en los últimos ocho años, antes y después de que fuese imputado, en Santiago no lo quieren ni ver, insistiendo en que está supuestamente implicado en un caso de corrupción y, últimamente, subrayando que no es una persona de fiar, después de permitir con su actitud que gobierne el PP.

Tras esta postura aparentemente intransigente de la dirección del BNG, algunos aseguran que se esconde el objetivo encubierto de presionar con suficiente fuerza al PSOE para que le ceda la presidencia de la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp), un cargo que, por otra parte, los socialistas solo podrán arrebatar al PP, que lo desempeñaba hasta ahora, si previamente recuperan la Diputación de Lugo. Pero, utilizar la federación como moneda de cambio tiene una fecha límite, ya que el 23 de octubre finaliza el plazo para la presentación de las candidaturas a la presidencia de esta entidad, cuya elección tendrá lugar el 30 del mismo mes. Si esta es la clave para llegar a un acuerdo, los negociadores no andan sobrados de tiempo, porque les queda poco más de un mes para presentar la moción de censura y convocar el correspondiente pleno para debatirla.

Ante esta situación de calma chicha que viven las negociaciones, tanto responsables del PSOE como del BNG reconocen que el posible pacto está todavía verde y que un acuerdo inminente, como piden los alcaldes, es difícil. Sin embargo, ni socialistas ni nacionalistas están dispuestos a que las negociaciones se prolonguen de manera indefinida y se han marcado como límite la campaña de las próximas elecciones generales, previstas para el mes de diciembre. Si llegados a esa altura del año no hay acuerdo, Candia sería presidenta de la Diputación los próximos cuatro años.

Artículo publicado en la edición impresa de El Progreso el domingo 20 de septiembre

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