Opinión

Expulsar no soluciona nada

EXPULSAR A MARTÍNEZ del PSOE no soluciona nada en la caótica situación que vive el partido en la provincia y tampoco es la panacea que se necesita para solventar el intrincado conflicto que sufre la Diputación de Lugo. Ferraz decidió el pasado miércoles tomar cartas en el asunto del diputado disidente y le ha abierto un expediente al alcalde de Becerreá, Manuel Martínez, la peor pesadilla que ha tenido el PSOE en la provincia desde que empezó este siglo.

No fue una sorpresa para nadie, y mucho menos para el afectado, porque el enfrentamiento es tan evidente que el partido solo podía optar por esta decisión. Pero, prospere o no el expediente de expulsión —es prácticamente seguro que sí, aunque lleve su tiempo—, mucho tienen que cambiar las cosas para que el becerrense vuelva al redil. La suerte está echada desde que lo dejaron fuera de la junta de gobierno y Martínez, que incluso quienes lo aprecian reconocen que es "un cacholán", va a dar guerra al bipartito sin tregua durante los próximos cuatro años.

Desde una postura disidente, según su "conciencia", en el grupo provincial socialista u otra, igual de desidente, en el grupo mixto, la diferencia es cero y las dificultades para gobernar la institución provincial durante este mandato van a ser las mismas en uno u otro caso. Por mucho empeño que ponga el presidente, Darío Campos, va a tener que hacer juegos malabares para conseguir los votos necesarios que le permitan aprobar los asuntos en el pleno, empezando por los presupuestos del próximo año que están a la vuelta de la esquina.

La expulsión del PSOE tiene para Martínez un significado más simbólico que práctico. En realidad, para un hombre que lleva cuatro décadas militando en las filas socialistas y que siempre ha estado en primera línea, dando el callo y hasta encadenándose en las obras de la A-6 si hacía falta, tiene que doler que te echen a la calle como si fueras un traidor y con la amenaza de convertirte oficialmente en un tránsfuga, una cuestión bastante menos clara que la expulsión, por cierto. Pero, parece que el becerrense ya lo tiene asumido, entre otras cosas, porque lo que ha ocurrido en el seno del PSOE lucense durante los últimos seis meses hace que muchos no reconozcan al partido ni a la madre que lo parió y menos los socialistas de primera generación, esos que están en política por principios.

Sin embargo, la veterana militancia a punto de ser perdida parece que no va a hacer mella en Martínez, cuyos planes se mantienen inalterables: continuar en la corporación durante los cuatro próximos años, actuando según le dicte su conciencia y sin obviar el rechazo sistemático a cualquier iniciativa que surja de los escaños nacionalistas.

La apertura del expediente a Martínez por parte de la dirección federal del partido fue el primer capítulo de la nueva temporada del culebrón de San Marcos. El siguiente episodio va a tener lugar en el pleno del próximo martes, en el que posiblemente se materialice la expulsión del disidente del grupo provincial socialista.

Darlo de baja en el partido va a llevar más tiempo, porque los estatutos marcan unos plazos y el becerrense pretende agotarlos. Otra cosa es que una vez puesto en marcha el proceso, esté dispuesto a dilatarlo hasta el infinito, presentando documentación, que no le falta, y testigos, que tampoco. Por lo que dicen sus próximos, presentará sus alegaciones ante Ferraz, pero no pretende sumergir al instructor del caso —un señor de Madrid al que, probablemente, el asunto le deje anonadado— en un océano de documentos y declaraciones de testigos.

Martínez es terco, pero, al mismo tiempo, tampoco es de los que guerrean en batallas perdidas de antemano y sabe que su salida del PSOE es inevitable, por lo que dejará que transcurran los plazos y cuando haya una resolución interna, el asunto se dará por zanjado, porque está prácticamente descartado recurrir al juzgado.

Lo que ocurra en la Diputación a partir de ahora dependerá de muchos factores, pero en cualquier caso Martínez tendrá en sus manos la llave para la gobernabilidad de la Diputación. El socialista Darío Campos y la popular Elena Candia van a tener que echar mano de toda su capacidad de convicción para contar con el apoyo del disidente en un sentido o en el contrario. El PSOE tiene a su favor que Martínez mantiene la misma ideología política y, en contra, el resentimiento por su engaño y el PP defiende posturas diametralmente opuestas a la del becerrense pero, a cambio, puede ceder lo que quiera en las negociaciones porque, en el fondo, no tiene nada que perder y mucho que ganar. El que no tiene nada que hacer es el BNG.

Comentarios