Opinión

La Diputación ya navega

  Concellos y asociaciones respiran con el presupuesto, que Campos empieza a ejecutar

"ALIVIO", "menos mal" y "xa ía sendo hora" son algunos de los comentarios que empiezan a realizar alcaldes y representantes de todo tipo de colectivos, que desde primeros de año vivían pendientes de que la Diputación aprobase su presupuesto para 2016, un documento cuya ausencia estaba repercutiendo muy negativamente en los ayuntamientos, la red asociativa y el tejido empresarial. Al presidente de la Diputación y alcalde de A Pontenova, Darío Campos, le costó mucho parir las cuentas y el pacto alcanzado con el PP y el diputado no adscrito, Manuel Martínez, provocó el divorcio entre el PSOE y el BNG, pero, tras obtener la luz verde del pleno a finales de junio, comenzaron a materializarse esta misma semana, empezando con la concesión de 1,5 millones en ayudas para cultura y deportes. La Diputación navega de nuevo, tras casi diez meses en dique seco, desde que el bipartito recuperó el poder en octubre del año pasado, y comienza una nueva etapa, en la que su capitán habrá de demostrar que, con los medios necesarios y sin trabas, es capaz de dirigir con firmeza el timón de San Marcos. En principio, las previsiones son de un mar menos proceloso que hasta ahora, pero ya se sabe que las condiciones pueden cambiar de la noche a la mañana.

El navío, por el momento, va a toda vela y el ejecutivo provincial está poniendo en marcha, de forma prioritaria, las inversiones destinadas a los ejes principales sobre los que pretende que gire su acción de gobierno: el bienestar social, el empleo y la ayuda a los ayuntamientos de menor entidad poblacional.

En el ámbito de la política social, también esta semana, la junta de gobierno aprobó las bases para la distribución de los 1,5 millones destinados a los convenios que firmará con los ayuntamientos para la financiación del Servicio de Axuda no Fogar (SAF). Se trata de una inyección de fondos imprescindible para los concellos que, desde que la Xunta cortó el suministro para estas prestaciones, solo reciben el apoyo económico de la institución provincial.

Por lo que refiere al empleo, la Diputación tiene preparadas acciones formativas y de integración laboral, por importe de cinco millones, que son prioritarias en los planes del gobierno que preside Campos y de las que se ocupa directamente el nuevo hombre fuerte de la institución, el ‘supervicepresidente’, Álvaro Santos.

En cuanto a la colaboración con los ayuntamientos, el Plan de Obras y Servicios (POS), imprescindible para los concellos de la provincia, está ya aprobado y el inicio de los proyectos solo depende de la tramitación burocrática.

La provincia respira aliviada, porque la parálisis a la que estuvo sometida la institución estaba teniendo unas repercusiones muy negativas. Según los cálculos que realizó el equipo de Campos, cuando la posibilidad de aprobar el presupuesto era más bien remota, continuar con las cuentas de 2015 prorrogadas durante este año supondría que en la provincia de Lugo se dejarían de invertir unos 30 millones de euros. No es que esta cantidad se perdiese, sino que el dinero pasaría a engrosar un bote para el próximo ejercicio, pero sin esta inyección de fondos públicos, los ayuntamientos, las asociaciones, las empresas y, de forma indirecta, hasta el empleo se verían perjudicados.

El comienzo de la ejecución del presupuesto marca el inicio de una nueva etapa en la Diputación, de otra singladura para el buque de San Marcos, dirigido por un gobierno más en minoría que nunca, con solo 10 de los 25 diputados de la corporación. Sin embargo, en el fondo, la situación política de la entidad no ha variado en lo esencial, ya que con la ruptura del pacto con el BNG, el gobieno perdió dos diputados, pero, al fin y al cabo, con ellos o sin ellos, estaba y sigue estando en minoría.

El equipo de Campos tendrá que negociar con el PP, con el BNG y con el no adscrito si quiere seguir sacando los temas adelante. Los votos del Bloque solo no le llegan; el de Martínez, tampoco, por lo que tendrá que continuar pactando con el PP, con los nacionalistas y el no adscrito al mismo tiempo o con todos a la vez. Cualquier combinación que sume los votos es posible.

En principio, la navegación no tiene porque resultarle tan complicada como hasta ahora. Parece que está cambiando el talante de los protagonistas, aparentemente más dispuestos a dialogar, a entenderse y a llegar a pactos, lo que podría marcar el devenir en los próximos tres años y, lo fundamental, evitar con el consenso que el navío de San Marcos vuelva a navegar a la deriva y acabe en puerto seco.

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