Opinión

Quién los vio y quién los ve

Candia y Martínez pasaron de ser enemigos acérrimos a tomarse un Aquarius en O Corgo

Quién los vio y quién los ve. El alcalde de Becerreá y diputado ‘díscolo’ del PSOE, Manuel Martínez, y la expresidenta de la Diputación y regidora de Mondoñedo, la popular Elena Candia, eran enemigos acérrimos, o por lo menos eso se deducía de sus crudos enfrentamientos en los plenos de la Diputación durante el anterior mandato, pero la política crea extraños amigos y ahora hasta quedan para tomar un Aquarius en el área de servicio de la A-6 en O Corgo y discutir de política.

Martínez, que sustituyó a Antonio Gato como portavoz socialista en el 2011, no recibió con flores, precisamente, a la popular cuando se convirtió en la voz del PP en el salón de plenos de San Marcos. Los debates, que hasta el momento habían sido un combate de esgrima entre José Manuel Barreiro y Gato, se convirtieron en un cuadrilátero de lucha libre, donde llegó un momento en el que parecía que se habían eliminado todas las reglas, incluso las más básicas, del juego político.

La popular, que empezó en inferioridad de condiciones por la falta de práctica frente a todo un veterano de la política como Martínez, tardó poco en coger tablas y al final del mandato ya le daba la talla al becerrense, picándole donde más le dolía, en su gestión como alcalde. Este respondía con acritud y sin cortarse, haciendo comentarios poco afortunados sobre pastillas para los nervios o tacones en lugar de katiuskas, por ejemplo, que hacían subir a la popular por las paredes.

Pero, la política es un mundo incierto y, a pesar de la animadversión mútua, lo cierto es que Manuel Martínez y sus votos permitieron a Elena Candia convertirse en la primera mujer que gobernó en la Diputación. Solo fueron tres meses, pero la mindoniense no hubiera llegado al cargo si no fuera por el que hasta ese momento era su enemigo político número uno.

Después, vino el engaño al becerrense, maquinado con nocturnidad y alevosía por nacionalistas y socialistas; la moción de censura y la constitución del ejecutivo sin integrar a Martínez en la junta de gobierno, con el consiguiente cabreo del becerrense. Ahora, el escenario político provincial es otro y el tándem Candia-Martínez también tiene su papel, aunque bien distinto. A título ideológico y personal, la distancia entre el alcalde de Becerreá y la regidora de Mondoñedo no ha variado prácticamente nada, pero ambos se utilizan porque, en el fondo, persiguen el mismo objetivo, que no es otro que el de conseguir que la Diputación sea totalmente ingobernable. Uno actúa por venganza contra los que lo vetaron, el BNG, y contra los que le engañaron descaradamente, sus compañeros del PSOE, y la otra aprovecha para ejercer con mucha más fuerza su papel de oposición y atacar al ejecutivo que preside Darío Campos con el argumento de que ni tan siquiera tiene el respaldo de todos sus diputados y, en esas condiciones, es imposible gestionar adecuadamente la institución.

La decisión del PSOE de iniciar el trámite para expulsar al diputado ‘díscolo’ del grupo provincial socialista y a la larga del partido, algo que tenía que ocurrir tarde o temprano, no va a hacer más que consolidar el matrimonio de conveniencia que, sin papeles de por medio, tienen Martínez y Candia. El próximo capítulo de interés será cuando el ejecutivo de Campos lleve los presupuestos de la Diputación a pleno. Entonces se verá si el becerrense y la mindoniense vuelven a tener otro encuentro, llegan a un acuerdo e impiden la aprobación de las cuentas para el 2016, con lo que lograrían bloquear de forma prácticamente total el funcionamiento de la entidad, o deciden imponer sus propios números a base de enmiendas, que pueden ser incluso a la totalidad, porque los votos les llegan para imponer su criterio. .

Por lo tanto, es prácticamente seguro que la popular y el socialista ‘díscolo’ volverán a reunirse en las próximas semanas y seguro que ninguno lo va a negar, como ocurrió con las anteriores. Además, Martínez tiene una deuda con Candia, porque se jugaron una comida a que los socialistas le hacían la puñeta al alcalde de Becerreá y es evidente que ganó la popular. Esperemos que para la ocasión, el diputado todavía del PSOE se rasque el bolsillo y opte por un restaurante de prestigio en lugar de por el menú del día del área de servicio de O Corgo. Es inexplicable el cariño que tienen los políticos de esta provincia a las gasolineras de la A-6 (no puede olviarse el famoso encuentro de José Blanco y Jorge Dorribo en la de Guitiriz), en las que, por cierto, parece que hay más espías que en el Berlín de los años sesenta, porque siempre hay fotos y algún testigo.

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