Opinión

Leña al Sergas, que es de goma

LAS MAYORES críticas al sistema de sanidad pública llegan bajo la etiqueta real en unos casos, y supuesta en otros muchos, de defensa de la misma. Pocas veces, salvo desde quien ocupa el poder y de muchos usuarios que acudieron con graves enfermedades, se oye una defensa o un elogio del actual sistema de sanidad pública, auténtica joya de la corona del Estado de bienestar a defender. El Sergas, de forma muy significativa. Y eso, a pesar de la pésima política de comunicación que practica. La instrumentalización partidista de la sanidad no conoce límites. Recuérdese, por ejemplo, al médico Pachi Vázquez, en su papel de portavoz de la oposición socialista en el Parlamento de Galicia, y sus mensajes alarmistas e intranquilizadores para los pacientes contra la prescripción de genéricos. Hay más, que chocan con la ética política más laxa. Se entiende y se comparte el dolor, la indignación y la desesperanza de los familiares o los pacientes que con motivos objetivables de mal funcionamiento, de burocracia infinita, o causas subjetivas de resistencia a aceptar los hechos inevitables, formulan sus críticas. Protestan. Están en su derecho. Hay zonas de sombra, como las listas de espera. Pero no se entiende que en nombre de la sanidad pública se cuestione únicamente su funcionamiento y no se formulen al tiempo demandas y propuestas de una mayor eficiencia de los recursos, incluidos los humanos. Caetano Díaz escribía ayer en El Correo Gallego su principal ‘carta asombrada’ a Carolina Gómez-Criado y a Félix Rubial, altos cargos del Sergas que son investigados por prevaricación y homicidio imprudente. A estos dos administradores y defensores comprobados del sistema público de sanidad no los ve el cronista, en coherencia, «poniendo vidas en peligro». Hasta que la Justicia hable, ni demagogia ni juicio paralelo.

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