Opinión

Plan de viabilidad

LA CONFEDERACIÓN de Empresarios de Galicia (CEG) aprobó este martes finalmente un plan de viabilidad. Es importante, no solo por imagen, que una organización con ese nombre no entre en concurso. Los problemas son reflejo de las múltiples burbujas y males que se fueron alimentando en España y, con sus singularidades, en Galicia. La crisis las mostró, en unos casos, e hizo explotar, en otros. Están pendientes las reformas de algunas fundamentales, como el funcionamiento y financiación de los partidos, de los sindicatos y de las organizaciones patronales. Un sector del empresariado lo entendió así tiempo atrás, incluso como una vía para enviar un mensaje de regeneración a los políticos y a la sociedad. El actual presidente de la CEOE no pudo emprender las reformas que pretendía por la resistencia de los intereses creados en una macroestructura burocrática que defiende y se representa más a sí misma que a los intereses de los empresarios asociados. El control interno de poder en estas organizaciones -representativas, como en los partidos o sindicatos- es un objetivo planificado. Los problemas que afloran en la patronal del comercio en Cataluña, por citar un ejemplo de actualidad, son un reflejo de una concepción y práctica profesionalizada de la organización, en lo que habría de ser representación. En el caso concreto de la CEG, la aprobación de un plan de viabilidad debería ser el inicio del fin de un tiempo marcado por los conflictos entre grupos sectoriales y territoriales.La votación de ayer dice que no es así . Probablemente refleje un mal rostro de la realidad sociológica del propio país. Afortunadamente hay una realidad empresarial en Galicia de rostro atractivo, de prácticas competitivas e innovadoras, generadora de riqueza e incluso con auténticos referentes en los mercados españoles y en el exterior. La única Galicia viable es la que se construye sobre ese empresariado. La CEG habría de ser el reflejo de quienes generan riqueza y confianza para que el país avance.

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