Opinión

Polémico eucalipto

ENTRE ATRIBUIR todos los males al eucalipto -demonizado desde un ecologismo radical- a convertirlo en monocultivo forestal de Galicia debe haber muchas opciones. Alcaldes y representantes de 13 municipios lucenses se reunieron ayer en la Diputación para valorar el alcance de la regulación por la Xunta de la plantación de eucalipto. La necesidad de poner orden en estas plantaciones es indiscutible. Un planteamiento de política forestal global, explotación del monte que regule especies y abandono de fincas, y de ordenación rural es una responsabilidad que no debe aplazar más el Parlamento. El paisaje gallego, incluso en zonas de alta montaña, se está cubriendo de forma extensiva y acelerada de plantaciones de eucalipto. El respeto al paisaje exige ordenarlo. Como lo pide la riqueza y variedad forestal de Galicia. Lo pide la opción de especies y terrenos. Lo demandan también criterios económicos de rentabilidad forestal así como la permanencia de pastos y prados en un país que ha de seguir apostando por la ganadería. Hay que preguntarse, y analizar, si una apuesta masiva por el monocultivo de eucalipto no pudiera implicar un riesgo económico para los productores. No para la industria. Regular la plantación de eucalipto genera polémica como toda la ordenación forestal pendiente. Esas medidas, en busca de la eficiencia contra incendios, deberían ser consensuadas. Es indiscutible que la plantación de eucalipto ha de ser ordenada en Galicia, con independencia del acierto o desacierto técnico que pueda haber sobre los municipios afectados. Una medida así exige primero información y, al tiempo, políticas reales que incentiven la plantación de otras especies. La realidad de la plantación forestal, y en una posición primera del eucalipto, como recurso económico a potenciar en la economía agraria, no presupone vincular despoblación rural y regulación de la plantación de eucalipto .

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