Opinión

Un largo paréntesis

Durante 41 años no hubo elecciones libres en España. Desde las discutidas de febrero de 1936, con la República, a las del 15 de junio de 1977 que convocó Adolfo Suárez. Fue un largo paréntesis antidemocrático, sin libertades cívicas y políticas, que siguió a una guerra civil. No debe ser difícil para nadie entender la importancia de aquella primera convocatoria electoral de 1977. Las patas sobre las que se asienta la Transición arrancan con ese día: consenso para la aprobación de la Constitución, fracaso del golpe de Estado del 23-F y la llegada de los socialistas al poder. Aquellas elecciones de hace cuarenta años supusieron la visualización en la calle de los partidos políticos y la presencia y exhibición de símbolos prohibidos y perseguidos durante cuarenta años. Una explosión multicolor de libertad. El resultado electoral se inclina mayoritariamente por la moderación: el centroderecha de Adolfo Suárez y el centroizquierda de Felipe González. El PCE, que mantuvo la acción opositora al franquismo en todo momento y que había lanzado el mensaje de la reconciliación nacional, suma 20 escaños. El franquismo sociológico de AP se queda con 16. La sociedad española vota moderación y tolerancia como salida. La memoria de la España que llegó a una guerra civil, los temores a la involución y la mayoritaria voluntad de convivir en paz dan esos resultados. El contexto de hoy es otro. En 1977 estaba presente la memoria histórica, en cualquiera de las direcciones, de aquella sociedad en la que se impusieron los intolerantes y violentos, que acabó en guerra civil y dictadura. Ese recuerdo llevó a la apuesta mayoritaria por la moderación, el consenso y la expresión de gestos de aceptación de unos y otros. Construir un sistema que trajo 40 años de paz y libertades al país es el gran logro de aquella fiesta de la democracia —esa vez sí fue fiesta— de las elecciones del 15-J de 1977. El contexto sociopolítico de hoy es otro.

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