Opinión

100 años de Albor

Albor significa la primera luz del día, el primer paso de una cosa...; a veces las casualidades no existen..., o sí.

El pasado 7 de septiembre cumplía 100 años un referente histórico, quizá más de lo que nos imaginamos todos aquellos que siempre estuvimos a su lado, e incluso aquellos que tras haber participado en el "motín" que lo depondría de la presidencia de la Xunta, ahora caen en la cuenta que fue uno de los mayores errores que cometieron en su vida.

¡Muchas felicidades presidente Albor!, es increíble lo bien que ha llegado hasta aquí. Ya nos gustaría a muchos, a mí la primera, al menos aproximarnos a su lucidez, con esa edad.

Sí y digo bien, con esa edad, ya que usted eleva a la máxima potencia aquella insigne frase del gran Douglas Macarthur donde apuntaba, "no se llega a viejo por haber vivido un cierto número de años. Uno llega a viejo por haber abandonado su ideal. el paso de los años arrugan la piel, renunciar al ideal, arruga el alma".

Ahora muchos entenderán porque los que entonces militábamos en nuevas Generaciones de Galicia le propusimos ser nuestro Presidente de Honor. Hoy ya con la centena "en ristre", sigue usted siendo joven, y dando ejemplo de este dicho que un día enunció cual sentencia aquel excepcional general.

Ayer mismo le hacían entrega de la medalla de Oro al Mérito en el trabajo (concedida en el mismo Consejo de Ministros que a nuestro querido y admirado empresario pontevedrés alfredo Magín Froiz), distinción que se suma a un elenco casi innumerable de las que ya posee Don Gerardo. Porque 100 años dan para mucho, pero sobre todo porque la persona que antecede a todas esas dignidades alcanzadas, lo merece.

Pocos pueden contar en primera persona que vinieron al mundo en el año que estados Unidos entraba en la Primera Guerra Mundial y rusia se convertía en la dictatorial república del proletariado.

Pocos pueden decir que han sobrevivido a dos Guerras Mundiales, al surgimiento y declive de los fascismos y del comunismo, a una Guerra Civil entre hermanos, a una temeraria Guerra Fría, al nacimiento de esa europa que usted tanto anhelaba, y al levantamiento de un muro en berlín que luego usted tendría mucho que ver en su demolición, además de la llegada de la Perestroika.

No me cabe duda alguna, que de las responsabilidades que más ha disfrutado es de la de haber sido el presidente de la comisión para la reunificación de las dos alemanias, país al que se sentía muy unido. Y como me contó alguna que otra vez, la emoción que sintió al ser testigo en directo aquel 9 de noviembre de 1989, cuando los alemanes de aquí y de allá coreaban en la plaza donde se ubica la puerta de brandemburgo aquel "at last frei" o lo que es lo mismo, al fin libres.

Pero de lo que estoy más que segura, porque así lo transmite cada vez que tiene ocasión, es del amor que profesa por su tierra, y lo que más le ha honrado y de lo que más orgulloso está es haber sido el primer presidente de la Xunta de su Galicia del alma. Porque mire usted que le gustaba ser médico…, pero no titubeó a la hora de dejar la práctica de la cirugía, para así comenzar la ardua tarea de la andadura y el dotar de buena salud a esta tierra que le vio nacer.

Pues muchas felicidades también por todo esto, Don Gerardo, gracias por su aportación, tanto desde dentro de la Xunta como desde fuera, porque mucho ha hecho usted a la conformación de su amada Galicia, y su posterior transformación como verdadero referente en el conjunto de las comunidades autónomas de España.

Leía hace poco una de las muchas entrevistas que le hicieron con motivo de su cumpleaños, y me gustaron muchas cosas de las que dijo, quizá todas, porque aun sigue manejando como nadie el término "sentidiño" como bien aludía ayer el presidente Feijoó en el acto de entrega de la Medalla de Oro al Mérito en el trabajo, pero la que más, y de la que muchos deberían de aprender de usted, como de otras muchas cosas de su cosecha, fue aquella cuando dijo "me gustan los hombres que quieren vivir en paz, justicia y democracia".

Que tomen nota algunos que ayer posaban para la foto rodeados de palmeros con bastones en alto en barcelona, esto no lo dice cualquiera, sino que es fruto de la experiencia de un hombre de ideología liberal y galleguista convencido, que además, supo soldar como nadie los cimientos para que la consistencia de la Galicia que quedaba por construir, fuese sólida y férrea.

Porque querer a la tierra que nos vio nacer y luchar por ella no es lo que están haciendo otros. Precisamente es todo lo contrario, escudados en una irrealidad tal, que el día que despierten de esa pesadilla, no sé si serán capaces de asumir todo el daño que han estado haciendo; en primer lugar, a esa Cataluña de la que tanto alardean y se les hace la boca agua al mentarla, y en segundo y no menos importante, a la España de la que forman parte.

Porque el camino iniciado para que Galicia hoy sea el ejemplo de comunidad autónoma a seguir en España, comenzaba aquel 21 de enero de 1982 con el discurso de investidura del presidente Albor.

Así se daba el pistoletazo de salida a la travesía de Galicia hacia el autogobierno, rememorado en boca de los diputados de esa primera Cámara autonómica, entonces reunida en el Pazo de Xelmírez, en un homenaje que también recibió el primer presidente de la Xunta este pasado enero con motivo del 35 aniversario de su toma de posesión.

Me consta que desde el salón de su casa de biduído inicia cada día (haciendo honor a su apellido) una jornada de lectura y conversaciones con los más cercanos. Sé que hace un seguimiento de las portadas de todos los periódicos, y que permanece atento a muchas de las tertulias en distintos medios de comunicación.

Está claro que los grandes siguen alimentando su día a día, aunque Don Gerardo sume más de 36.500 jornadas de existencia. ¡ahí es nada!

Gracias por su entrega, por su cariño, por su enseñanza, por su ejemplo y por su trabajo. Y aunque sé que me hará una cariñosa regañina cuando vea que me dirijo a su persona de usted, lo hago porque cuando se admira y respeta a alguien tanto, a veces cuesta el "tú" que a él tanto le gusta.

¡Muchas felicidades por esos 100 años de Albor!

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