Opinión

Cachondeo salarial

QUE ESTA vieja nación que se llama España se ha convertido en un circo con 17 pistas, en donde cada día se interpreta un número distinto de fieras, payasos, domadores, magos de baratillo y trapecistas, ya no lo duda nadie. España, una vieja nación, se va por el sumidero, mientras sus habitantes la contemplan, rota, impasibles, mirando para otro lado y tragándose las patrañas y las trolas de unos trileros sobre un presunto derecho a decidir que no existe en ningún tratado político ni constitucional. España puede romperse y si ello se consiente se rompe también, no lo duden, el estado del Bienestar, nuestras pensiones, nuestra sanidad y nuestra educación. Aunque de esto no conviene hablar. Hace más de quinientos años que las Coronas de Castilla y de Aragón, en una sabia unión, crearon la Monarquía de España, constituyendo, así, la primera nación europea, y superando, felizmente, el sistema feudal de señores, vasallos y miseria. La Corona dio paso a una administración única y general y a un único gobierno para todo el territorio. Una unión política pero también una exitosa unión cultural, cuya base fundamental fue, sin duda alguna, la que se forjo durante los ocho siglos de la Reconquista, felizmente, terminada.

Pasados estos quinientos años parece que volvemos atrás, hacia el viejo sistema feudal español de señores y vasallos y a los viejos reinos de taifas morunas de hammudíes, almorávides y almohades. España es hoy, ya, el país de la insolidaridad y de la desigualdad entre territorios. Del salchichón estatal ya apenas queda nada, devorado por los separatismos. Los separatismos vasco y catalán y los políticos de todo signo que lo han consentido desde Madrid, han hecho de España un país pobre, insolidario y desigual en donde, y por poner un ejemplo, durante el curso escolar 2015/2016, se editaron para la asignatura de Ciencias sociales de 4º de Primaria, 25 libros de texto distintos. Diecisiete autonomías y 17 sistemas educativos diferentes.

Otro de los muchos ejemplos de estas diferencias inauditas que echa por tierra el principio constitucional de igualdad entre todos los españoles, es el gravísimo problema salarial por el que atraviesa el Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil desde hace muchos años. En españa hay policías de primera y policías de segunda. Un miembro de la policía autonómica catalana cobra casi un 30% más de lo que cobra, por ejemplo, un guardia civil en su misma situación. Según está publicado en diversos medios, el sueldo básico neto de un policía autonómico catalán está entre los 1.750 y los 1.850 euros mensuales, mientras que el de un guardia civil oscila en torno a los 1.400. Con el Cuerpo Nacional de Policía pasa lo mismo, sus sueldos están por debajo de la policía autonómica catalana.

El nivel competencias de la Guardia Civil y de la Policía Nacional es superior al de los policías autonómicos y locales, pero ganan menos. Los policías y guardias civiles, claro está, fuman en pipa, pero no tienen otro remedio que tragar esta humillación y esta miserable discriminación con otros funcionarios de su misma condición profesional cuyo único mérito es hablar catalán. Lo dicho, una España de chiste en donde se dan situaciones más propias de un país subdesarrollado que de un miembro de la Unión Europea. Nuestra nación se ha convertido en un reino de taifas en donde los españoles son claramente desiguales según el lugar donde residan.

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