Opinión

Ciudad, afectividad y medioambiente

LOS MAPAS afectivos de las ciudades se construyen a partir de las relaciones afectivas del individuo con el medioambiente. Hay siempre una relación subjetiva que conecta la relación psicológica individual con la ciudad, con el medio, con la psicología ambiental.

La vivencia opera de modo inconsciente y la percepción cambia en función de los afectos; el mapa cognitivo expresa la simbología de los elementos.

Cuando contemplamos un espacio genera una vivencia que puede transformar ese espacio en un lugar agradable, armónico, generador de felicidad y bienestar o por el contrario, generar rechazo y sufrimiento, porque las ciudades tienen cosas constructivas y también otras destructivas. Ambos sentimientos pueden hacer que en una ciudad de estructura europea avanzada pueda ser buena para una persona y negativa para otra.

Del concepto de espacio y lugar habló la Dra. Zulmira A. Cruz Bomfín en el seminario impartido en la Universidad de Lyon 3, dónde expuso la parte teórica del mapa afectivo de las ciudades, complementándolo con el ejercicio práctico en el que los alumnos desarrollaron cada uno su mapa afectivo de Lyon y posteriormente, la mencionada profesora de la Universidad Pública de Ceará procedió a su análisis e interpretación.

El mapa afectivo de Vigo y comarca en estos momentos reflejaría rasgos depresivos por el dolor de contemplar la transformación desoladora que supuso tamaña agresión a la naturaleza y a los seres vivos

En la interpretación de los mapas señala que para poder evaluar los ambientes y tomar decisiones, no basta solamente la base tecnológica; para que sean acertadas ha de considerarse también la vivencia emocional reflejada en el mapa afectivo, que deberá ser el eje de la planificación si queremos que sea eficaz y que los ciudadanos la apropien y hagan suya, generando el encuentro de los habitantes con la ciudad en lugar de provocar rechazo o sufrimiento.

La Dra. Bomfín diferencia entre espacio y lugar; define el espacio como el entorno físico-social y el lugar como vivencia que transforma el espacio cuando lo contemplamos y nos identificamos con él.

La psicología ambiental concibe el ambiente como entorno socio-físico que interacciona con las personas, “el ambiente no está fuera de nosotros, también está dentro de nosotros”, dice.

A propósito del tema, el medioambiente está muy presente en estos momentos para los gallegos porque es imborrable la huella del desastre dejada por los incendios. Si pudiésemos hacer el mapa afectivo de Vigo y su entorno, seguro que todos reflejaríamos en estos momentos la huella del fuego. La impronta dejada por la tragedia en cada uno de nosotros se reflejaría en lo simbólico y seguramente transformaría bastante la percepción individual y colectiva del lugar.

Es una lástima no disponer de la herramienta de mapas afectivos anterior y posterior a estos incendios para evaluar el alcance del impacto. El mapa afectivo de Vigo y comarca en estos momentos reflejaría rasgos depresivos por el dolor de contemplar la transformación desoladora que supuso tamaña agresión a la naturaleza y a los seres vivos. Las consecuencias de los incendios no son solamente medioambientales, también afectan notablemente a la economía de la zona y a la salud, tanto desde el punto de vista físico como emocional.

Teniendo en cuenta la situación en Galicia se hace imprescindible una intervención multidisciplinar eficaz para fomentar la colaboración social en la restauración del hábitat y crear una nueva conciencia colectiva de cuidado, protección y respeto por la naturaleza como bien común que nos afecta a todos. Esta tarea requiere del compromiso institucional, del conocimiento del sentir del medio, de la colaboración de líderes del medio y de una gran labor de pedagogía desde todos los ámbitos de competencia en cada una de las áreas implicadas.

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