Opinión

¡Defiéndanlos!

LO QUE HA PASADO estos días en Cataluña con la Guardia Civil y la Policía clama al cielo. Es absolutamente intolerable. Y así lo dijo, también, nuestro Rey, Felipe VI, refiriéndose al golpe de Estado que pretenden dar los separatistas catalanes: "Es inadmisible". Si, como suena: Inadmisible. El señor ministro del Interior y la señora vicepresidenta del Gobierno, tantas veces engañada, en vez de repartir medallas y darles besos a los golpistas, deben defender a nuestros guardias civiles y a nuestros policías. Que son nuestros. Que son españoles como usted y como yo. Dejen de cogérsela con papel de fumar y asuman y ejerzan sus responsabilidades. Defiéndanlos y apóyenlos con todos los medios que tengan. Son nuestros servidores. Los que nos garantizan nuestros derechos y libertades y los que se juegan la vida para ello todos los días. Las medallas son para los héroes y solo para ellos.

Hace ya unos cuantos años un joven guardia civil que se llamaba José Alberto Ferreira, perdió su vida para salvar la de un pescador que se estaba ahogando en el rio Ulla. Su compañero le decía que no se metiera en el agua por la terrible corriente que había. Pero el guardia no hizo caso. Se quitó la ropa y se lanzó al agua para ayudar a aquel hombre que estaba atrapado en un islote a unos 30 metros de la orilla y pidiendo desesperadamente auxilio. El guardia ya no salió con vida. La violencia de la corriente lo arrastró durante el rescate haciéndole tragar tanta agua que falleció asfixiado.

Hace unos cuantos años y como consecuencia de unas gravísimas inundaciones en la región catalana, dos hermanos vecinos del ayuntamiento de Esparraguera desaparecieron en el rio Llobregat. La Guardia Civil salió en su búsqueda. Cumpliendo con su deber y sabiendo por su experiencia que los dos jóvenes, probablemente, estarían muertos, los guardias salieron en su búsqueda en unas peligrosísimas aguas. Dos de ellos fallecieron en el intento. Se los tragó un remolino. Sabían que los chavales no estarían con vida pero a pesar de todo se jugaron la suya y la perdieron por intentar devolver los cuerpos de los dos jóvenes a unos padres desesperados.

En el rio Lerez, un guardia civil que estaba fuera de servicio y lesionado en una pierna no dudo un segundo en tirarse al rio para rescatar a un joven discapacitado que se estaba ahogando. Evitó una tragedia jugándose la vida en cumplimiento de su deber. Un mes antes un policía nacional, el campeón del mundo de piragüismo, Oscar Graña, impidió, lanzándose al agua, que una mujer muriese ahogada en el río pontevedrés. Así es la Guardia Civil y así es la Policía. Unos colectivos que son admirados por todos los españoles, que les agradecen los sacrificios que prestan diaria y calladamente por un mísero sueldo. Son hombres y mujeres sencillos y honrados que han elegido como profesión servir a los demás y proteger y garantizar nuestras libertades a pesar de todos los pesares, con escasísimos medios y con una paciencia colosal. Y siempre están ahí, cumpliendo con su deber, sin exigir nada a cambio y dando un extraordinario ejemplo de entrega, valentía y generosidad a todo un país tan escaso de valores y virtudes. Defiéndalos, pues, el señor ministro y la vicepresidenta. Y si no pueden, márchense para su casa.

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