Opinión

Disparando al corazón

LA EDAD es un privilegio y estamos en un momento en el que la sociedad ha puesto su mirada en quienes tenemos el pelo blanco y la mochila llena de experiencia". Estas certeras palabras las podría suscribir cualquiera que haya pasado la barrera de los 60. Las pronunció la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, en la presentación del libro de Juana Biarnés, la primera fotoperiodista española. El acto, que tuvo lugar en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid, contó con la presencia no solo de la edil madrileña, también del alcalde de Tarrasa, el socialista Jordi Ballard, de Silvia Omedes, de la editorial Blume, Angels Torras, la consejera de Cultura de la Generalitat de Cataluña y de Chema Conesa, quien durante años fue uno de los fotógrafos de cabecera de el diario El Mundo y que ahora dedica su tiempo libre a investigar y poner en orden el trabajo de algunos de sus compañeros de profesión, en este caso de Juana, a quien dedica hermosas palabras en el prólogo del libro, de igual manera que lo hace Natalia Figueroa, escritora y amiga.

A la presentación de este libro que es la historia de nuestro país de los años 60-70 y 80, asistió cómo no podía ser de otra manera Jean Michael, el compañero de vida de la periodista, el hombre al que conoció por casualidad y a quien le une el respeto, la admiración mutua, el amor, y cincuenta años de convivencia. Un récord que, como bien dice Juana, se debe a que cuando las parejas funcionan y funcionan bien, tienen que aceptarse el uno al otro sin tapujos, tal como son. Ellos lo han hecho. Incluso, cuando Juana decidió aparcar sus cámaras para instalarse en Ibiza, donde cambió la fotografía por los fogones, su marido la siguió y juntos emprendieron un camino nuevo, desconocido incluso, pero en el que pusieron muchas esperanzas.

Ahora Juana vive retirada en su tierra natal, Tarrasa, el lugar que la vio hacer sus primeros pinitos en el mundo de la fotografía, primero en compañía de su padre y después, cuando Emilio Romero la llama para ofrecerle un trabajo en el Diario Pueblo de Madrid. Una especie de Arca de Noé por donde han pasado los grandes del periodismo y donde Juana triunfó porque aunque parezca mentira en aquel viejo y querido periódico no había desigualdad entre hombres y mujeres. Había algún avispado eso sí, que intentaba llevar el agua a su molino, pero sin mayor trascendencia, lo que nos permitió, a quienes compartimos con ella redacción, cargar nuestras mochilas de experiencias profesionales y humanas.

Porque como bien dijo Juana: "En Pueblo arranca mi vida como espectadora de primera fila, por eso le debo tanto a Madrid donde permanecí muchos años, donde me dieron cariño y reconocimiento". Que eso lo diga una catalana de pro en un lugar emblemático como el Centro Cultural Conde Duque tiene un gran mérito. Más ahora que lo que impera es el enfrentamiento. No en su caso, tampoco en el caso de Manuela Carmena, quien recordó cuando fue expulsada de la Universidad Complutense de Madrid, como tantos otros profesores y catedráticos, por no comulgar con las ideas de la época, y tuvo que trasladarse a Barcelona donde la trataron como a una ciudadana más. Razón por la cuál no quiere que esos lazos que entre todos hemos trenzado se rompan".

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