Opinión

En un país multicolor

PESE A la teoría de la abeja Maya y su felicidad en el lugar, el color apenas refiere una percepción relativa pues depende de la luz, de los propios objetos y del ojo del observador. Unos ven pocos tonos y otros una gama muy amplia, e incluso hay quien se empeña en verlo todo negro, como una noche perpetua. Tuve una época en que lo veía todo en blanco y negro, excepto dentro del estudio de revelado bajo la luz roja para reproducir mi predicción de lo que había fotografiado. Era un ejercicio de simplificación muy útil para avanzar hasta el meollo de las cosas. ¿Qué importaba el color de un dedo? Lo relevante era si alguien levantaba el índice o el corazón. El color era interesante si tenías que elegir corbata para una boda o entre la paleta de verdes de Francisco Bello Piñeiro y la de Genaro Pérez Villamil, no mucho más. En estos días de tanta saturación de rojo y amarillo con las banderas cuatribarrada catalana y la española, hay quien se empeña en la diferencia y no en sacar parecidos, que son muchos de Aragón para oriente, y nada comunes a los colores franceses o italianos. Pasa en todas las familias. En la mía, por ejemplo, unos vemos el vestido azul clarito y otros lo perciben rosa palo.

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