Opinión

La apuesta infinita

LA SEMANA pasada bloqueé por primera vez un número en mi móvil. No tengo claro si es de un banco o de una telefónica porque un día de por agosto contesté, pero de forma vaga: querían venderme algo. Pero ya sabe lo que pasa: nunca se rinden. Creí que al bloquear el número la pesadilla cesaría ¡pero qué va! El asunto se transformó en una lucha del hombre contra la máquina. Desde entonces, cada mañana el móvil me avisa de que ese número llamó un par de veces. Y dejó mensajes. Tengo que confesarlo: estoy empezando a dudar. ¿Y si lo recuerdo mal y era otro número? ¿Y si me llama alguien con algo tan importante que decirme que lo hace dos veces al día? Ése es su objetivo real, que dudes. Que te replantees que, después de todo, tal vez sea mejor escuchar una oferta diseñada a tu medida, que te viene genial. Que la necesites o no, a estas alturas del siglo XXI, dejó de tener ninguna importancia. Da igual que no quieras tener 4G, que te sobre ancho de banda, que no puedas asumir una ampliación de tu línea de crédito o que quieras ver solo lo que echan por la TDT. Solo importa que sigas apostando tu futuro sin ningún sentido. Porque, al final, la banca siempre gana.

Comentarios