Opinión

La dificultad de los inicios

EL PONTEVEDRA acumula resultados negativos en un comienzo desilusionante de la temporada. Todo el mundo creía que el equipo granate sería líder a estas alturas, tendría nueve puntos en la Liga y habría avanzado en la Copa del Rey presentándose como el terror del Real Madrid cuando llegase el turno de cruzarse con los Primera División. Pero es al revés: cuatro partidos oficiales y cuatro derrotas.

Pontevedra es una ciudad con una afición tan sabia como exigente. Una parroquia inconformista con una gran capacidad para emocionarse con los triunfos y aproximarse a la cúspide de la ambición. Y como el once de Pasarón disputó el play-off en mayo y en verano recurrió al mercado de forma intensiva para poder mejorar la plantilla del curso pasado, muchos fieles creyeron tanto como desearon que su conjunto estaría al nivel de los mejores de la categoría.

Las profundas reestructuraciones de las plantillas exigen más tiempo de aclimatación y consecuentemente más paciencia del entorno

Conociendo esa información es más sencillo entender el nerviosismo que generan la posición actual del bloque de Luisito y las malas sensaciones que está ofreciendo.

Sin embargo, hay que tener en consideración otros elementos para poder realizar la mejor interpretación de la realidad. El mal juego del once de Pasarón y sus resultados están enmarcados en un contexto: el de una plantilla en proceso de cohesión, con muchas caras nuevas que necesitan tiempo para aclimatarse personal y deportivamente al equipo, a la ciudad y a sus compañeros.

Ello no quiere decir que el Pontevedra haya acumulado méritos para más, ni que dentro de unos meses vaya a convertirse en líder de la categoría y vaya a arrasar. Simplemente significa que es razonable que le cueste arrancar más que en otras ocasiones o que a otros adversarios. Tengan paciencia, que tarde o temprano podrán ver ganar y encandilar al equipo que les ha hecho retirar el abono.

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