Opinión

La factura de la corrupción

En el pasado mes de abril las encuestas del CIS ya lo anunciaban claramente: el partido Popular perdía apoyo electoral por los escándalos de corrupción. El personal no perdona y, además, no olvida. O se olvida a medias. De los ERES y de los fraudes de los cursos de formación en Andalucía y de Mercasevilla, protagonizados por el socialismo celtibérico nadie se acuerda y, en cambio muy pocos olvidan los casos Gürtel, Púnica o lezo protagonizados por la derecha conservadora. el PP perdía apoyos y avanzaban el PSOe y Ciudadanos.

Los resultados se han vuelto a repetir este mes de agosto. Y la corrupción sigue siendo la principal protagonista, convirtiéndose en una losa que el gobierno tiene en la chepa y que pesa mucho más que la evidente recuperación económica, la disminución del paro y las buenas perspectivas que ha logrado el gobierno de Mariano Rajoy. Si se celebrasen estos días elecciones a Cortes Generales, el partido socialista de Pedro Sánchez alcanzaría un 24,9% de los votos, que son cinco puntos más que en la pasada encuesta del mes de abril, acortando la diferencia que tiene con los conservadores y situándoles a casi cuatro puntos.

No obstante, el Partido Popular sigue siendo el partido que más respaldo obtiene. De forma y manera que, a día de hoy, volvería a ganar las elecciones, pero Rajoy que tiene más conchas que un galápago, sabe perfectamente que con estos datos las posibilidades de formar gobierno se vuelven más complicadas. El partido Popular obtendría un 28,8% de los sufragios, que son cuatro puntos menos que el resultado que tuvieron en los comicios electorales de junio de 2016.

La corrupción es un cáncer en cualquier democracia y aquí en España se está demostrando día a día. La gente está harta de que le roben y la crisis económica, el colosal crac sistémico que aún nos afecta, ha despertado a una ciudadanía que estaba adormilada. Ha sido la tormenta perfecta. El estado se debilitó ante un modelo económico y financiero que se ha vuelto, de repente, imprevisible y muy difícil de controlar y fiscalizar, y un sistema político en donde nuestros representantes, los partidos políticos en donde militan, las instituciones más importantes que ocupan y el tradicional y fundamental papel de control desempeñado por la prensa y demás medios de comunicación, cada vez menos independientes, están bajo permanente sospecha.

Rajoy ha hecho lo que debía con determinación y firmeza para salir de la crisis que nos dejó el señor Rodríguez Zapatero, amigable componedor y de permanente gira por Venezuela. Pero la corrupción no perdona y pasa enormes facturas. Y a pesar de la recuperación económica, de las buenas perspectivas de crecimiento, y de haber superado la mayor crisis por la que ha pasado España, el electorado no ha valorado suficientemente los objetivos más que evidentes logrados por Mariano Rajoy. En fin, esto es lo que hay. Y como ya casi estamos en fiestas, un servidor se va a los toros con Diego Benjumea, un sevillano querido y entrañable y gran aficionado que, en compañía de su bella y distinguida esposa, anda por estos pagos y pretende terminar, si alguien no lo impide, con todos los percebes del Roncudo. Que tengan unas Felices Fiestas de la Peregrina.

Comentarios