CON ATAQUES terroristas conviene cerrar filas, apelar a la unidad social, política y policial, y coordinar una respuesta eficaz de las fuerzas de seguridad que devuelvan la confianza a la sociedad. Desde el Estado se ha elogiado la labor de los Mossos, si bien del mismo modo que se debe evitar criticar un cometido tan delicado y difícil en atentados también se debe contener la euforia del elogio con la que la Generalitat ha jaleado a su Policía para preservar su plan separatista. Es cierto que los Mossos acabaron con el comando yihadista con ayuda de la ciudadana. Pero también desoyeron a la juez de la explosión de Alcanar y a la Policía belga sobre el imán de Ripoll. Ahora sabemos que la CIA advirtió a los Mossos de un atentado en Las Ramblas. Se sabe porque esa advertencia llegó también al CNI, que lo comunicó a a Cataluña. Dicen los espías españoles que quizás si los mandos de los Mossos se ocuparan de lo que importa, de la realidad y no de quimeras, se podía haber prevenido algo mejor, aunque nunca de manera infalible.
