Opinión

Réquiem por el café para todos

El 1-O catalán dinamita en cualquier caso el artificial modelo de autonomía igualitaria, pues Cataluña, con su desafío y con su hacienda intervenida, ahora mismo está por debajo del resto


SI CATALUÑA es tan española que su autodeterminación tiene que votarse también en Huelva, Santander o Toledo, los ciudadanos que despidieron esta semana a los guardias civiles se equivocaron de bandera. Tendrían que haber hecho ondear al viento la señera. Al enarbolar la bandera rojigualda, como si fuesen los tiempos de las guerras coloniales de Cuba o Marruecos, trataron a Cataluña como un país extranjero, al igual que Esperanza Aguirre cuando se opuso a que Endesa acabase "fuera del territorio nacional", en referencia a Barcelona, o como cuando el Gobierno de Rajoy encargó el expediente catalán al entonces ministro de Asuntos Exteriores, García Margallo, que incluso fue a debatir en una televisión con el líder independentista Oriol Junqueras. 

Tampoco se entiende que la Generalitat de Junqueras y Carles Puigdemont apele constantemente a la legalidad española cuando le interesa, a pesar de que desde el 6 de septiembre rompieron con ella para convocar un referéndum de autodeterminación. En su lógica desafiante debería ceñirse al derecho internacional al que dice haberse acogido. El president cometió, dentro de su estrategia, el gran error de instar a la ciudadanía a plantar cara a los alcaldes que no quisiesen ceder locales para el referéndum, poniendo en riesgo el principal activo del proceso secesionista catalán, el del carácter pacífico que mantienen sus masivas movilizaciones de los últimos siete años.

La presidenta socialista de la Junta, Susana Díaz, contrapuso hace unos días el "desvarío" de la consulta catalana con el "referéndum constitucional" andaluz de 1980, obviando que para que Andalucía accediese a la autonomía por la vía rápida las Cortes se saltaron el artículo 151.1 de la sacrosanta Carta Magna de 1978, que exigía el voto afirmativo de "la mayoría absoluta de los electores de cada provincia". Como en Almería solo hubo un 42,3% de síes, los principales partidos aprobaron una ley orgánica al margen del texto constitucional. Así que Andalucía no solo conmemora todos los 28 de febrero que en 1980 hizo lo que quiso con la Constitución, sino que su presidenta pone ese precedente como ejemplo. 

Hay toda una antología del disparate relacionada con el 1-O, que suerte que ha endulzado la Policía Nacional con su inigualable trasatlántico de Piolín. La aportación gallega no está nada mal. Consiste en la conversión en el gran estilete contra el desafío catalán, en los medios privados y públicos y bajo la bendición expresa de Rajoy y Feijóo, del político que se sepa menos respetó la legalidad desde la Xunta, Xosé Luís Barreiro Rivas, quien fue condenado por prevaricación por el Tribunal Supremo en 1990 por sus "muy graves irregularidades" en el contrato del juego autonómico cuando era vicepresidente. 

La clave reside en que pese a todos los intentos de la "brigada Aranzadi", la de los abogados del Estado comandados por Soraya Sáenz como los bautizó genialmente Enric Juliana, el problema catalán no es legal, sino político. Por la vía del Derecho Penal no va si no a complicarse más, como se vio con la irrupción del 20 de septiembre de la Guardia Civil en la Generalitat y sus efectos en la opinión pública internacional. 

Habría que negociar una solución política superadora del café para todos, el modelo que supuso una devaluación de la autonomía de las nacionalidades históricas al equipararlas con los otros territorios. Cataluña, por los efectos de su desafío en demanda de whisky escocés y por la intervención de su hacienda, está ahora por debajo del resto.

Pablo Cobián, el palmero del PP que se dedicaba al tráfico de influencias
Como la labor principal de los diputados de a pie es darle al botón y aplaudir, el popular Pablo Cobián desempeñaba una función importante, la de señalar los aplausos a Feijóo cual palmero. En sus ratos libres este exdiputado hacía tráfico de influencias en favor de Jorge Dorribo ante la Xunta, según admitió al pactar con la Fiscalía una pena de cárcel leve, que aun así no tiene precedentes.

Leiceaga: La última jugada del señor carambola
O me hacéis a mí secretario general del PSdeG-PSOE o yo pondré a Gonzalo Caballero. Éste es el mensaje que está lanzando el portavoz parlamentario, Xoaquín Fernández Leiceaga, a través de sus negociaciones de integración con el sobrino del alcalde de Vigo, Abel Caballero. El recado va dirigido también al caudillo viguista, que se calcula que controla alrededor de medio millar de sufragios que podrían ser decisivos en un escenario igualado. Pero los verdaderos destinatarios son los promotores de la tercera candidatura en liza ante las primarias del próximo domingo, la de Juan Manuel Díaz Villoslada, el nombre que puso sobre la mesa Valentín González Formoso, presidente de la Diputación de A Coruña, para no tener que dar él mismo el paso, maniobra que contó con el respaldo del antiguo barón lucense José Ramón Gómez Besteiro.

En estas primarias, tan faltas de contenido político como emocionantes en su desenlace, Gonzalo es, sobre todo, el sobrino de su tío, pues ambos se tienen declarada la guerra por tierra, mar y aire. Villoslada desempeña el papel de muñeco de los barones del norte de Galicia y aunque Leiceaga haya demostrado ser el corcho que flota en todas las crisis, como demostró al pasar ampliamente la en apariencia difícil prueba de los avales, sobre todo es el señor carambola.

Así fue como el año pasado Leiceaga consiguió ganar las primarias de las autonómicas, a pesar de sus escasos apoyos en las bases, compensados con el sucesivo descarte, voluntario o forzoso, de todos los rivales de peso, como Besteiro, José Blanco y Francisco Caamaño. Así, con el apoyo de un Formoso y un Besteiro que por lo que parece tenían más fuerza de la que atesoran ahora, Leiceaga se impuso en las urnas a un Méndez Romeu que era un candidato tan desacreditado como impopular resulta fuera de Vigo su protector, Abel Caballero.

Ahora, al hacer saber que está negociando retirarse de la carrera de las primarias para apoyar a Gonzalo Caballero, Leiceaga está intentado su última carambola en forma de órdago de mus. O vence él o pierden muy dolorosamente los poderes tradicionales que han controlado el partido en los últimos años. Y es que para que este exdirigente del BNG gane las primarias socialistas necesita, como opción principal, que Villoslada acepte la propuesta de integración que le hizo en público esta semana. La otra variante sería que siguiese habiendo tres candidatos pero que Leiceaga recibiese los votos del tío, aunque en ese caso podrían no darle las cuentas frente al sobrino.

Esa baza, la del apoyo del mayor de los Caballeros, constituye ahora mismo la gran esperanza de Villoslada. Pero para que pueda surtir efecto, y aún sin garantías plenas de éxito, es preciso que haya tres candidatos que fragmenten el voto. En un duelo a dos con el sobrino, Villoslada tendría elevadas posibilidades de acabar derrotado como los otros muñecos teledirigidos del pasado, Romeu y Elena Espinosa. En cambio, Leiceaga sí tendría opciones contra Gonzalo Caballero.

Como Feijóo le regaló a Leiceaga minutos de televisión, fijando para el miércoles el debate del estado de la autonomía, resulta difícil que las negociaciones se decanten antes. El día decisivo puede ser el jueves.

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