Opinión

Sospechosos

AFIRMA Pilar Abel, la aspirante a hija de Salvador Dalí, que las pruebas de ADN para determinarlo, a las que fue sometida su madre y el cuerpo del pintor, exhumado al efecto, no son "un circo". Pero lo parece. Claro que más que un ejercicio circense se trata de una irrebatible maniobra de oportunismo. No es que la susodicha no esté en su derecho de reclamar lo que estima le pertenece, pero que lo decida después de casi treinta años desde que muriera el artista, con el único fin de acaparar la herencia o sumar protagonismo, no da lugar a pensar otra cosa, ni por supuesto en un arrebato de amor filial. No es el único caso de planteamiento parecido, referido a demandas y acusaciones que se formulan reivindicando episodios y trances perdidos en el tiempo, de interés social o económico, o por supuestos delitos sexuales retrotraídos a treinta o cuarenta años. No es que no sean merecedores de revisión o castigo, pero es sospechoso que los requerimientos o denuncias surjan cuando se busca provecho y cuándo las pruebas ya no existen, perjudicando probablemente a personas inocentes a las que se les atribuyen cargos inconsistentes.

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