Opinión

Los Hombres de Negro

EL ANTECEDENTE es el llamado Acuerdo del siglo, documento presentado por Donald Trump hace unos meses y que, una vez más, parece ser suficiente para hacer lo que les venga en gana en Palestina y países limítrofes. 

Es de recibo reconocer la habilidad de este grupo de elegidos para a través de expresiones cortas y primarias, a veces simples palabras, manipular a la opinión pública: 'el pueblo elegido', 'mesías', 'tierra sin pueblo para pueblo sin tierra', 'shoá', 'antisemita', y ahora 'acuerdo del siglo', son solo algunos ejemplos de esta inteligente y demoledora forma de actuar. 

Además, cada uno de estos mensajes son incorporados con la intención de generar un antes y un después. De esta forma, lo que ocurre en el todavía latente presente deja de ser trascendente para pasar a controlar el inminente futuro. Proceso que se consolida cuando se constata una nueva fase en el plan, con su consiguiente expresión asociada, que pasa a ocupar el sitio de la anterior. 

Así y como quien no quiere la cosa, los hombres de negro aprovechan el actual rebufo existente para extender su particular y casi secular pandemia. En esta ocasión, se han puesto manos a la obra para ejecutar el objetivo trazado por el yerno de Trump, Jared Kushner, y que se resume en lo siguiente: Palestina, Jordania, Líbano y Egipto cuestan 50.000 millones de dólares. Ya sus antecesores lo decían a finales del siglo XIX: "Todas las ruedas del mecanismo de los gobiernos dependen de un motor que está en nuestras manos y que se llama oro". Con una frase, se explica la relación del poder con el capital y demuestra que no hay más que seguir la pista del dinero para encontrar a estos seres de oscura vestimenta. El mismo oro, las mismas familias, los mismos apellidos. 

Así y como quien no quiere la cosa, los hombres de negro aprovechan el actual rebufo existente, para extender su particular y casi secular pandemia

Para que Kushner pueda ir respondiendo a la estrategia encomendada, necesita el concurso del presunto delincuente, Benjamín Netanyahu. Pues bien, sin movérsele ni un pelo, el recién renombrado primer ministro israelí anuncia que en dos meses anexiona ni se sabe qué parte o si el todo de Cisjordania y así, como él mismo ha manifestado, "celebrar otro momento histórico en la historia del sionismo". De nuevo, todo estaba ya escrito hace casi 150 años: "Fraguaremos la elección de presidentes que tengan en su pasado alguna mancha infamante oculta. El temor a las revelaciones y al escándalo y el deseo de todo hombre que llega al poder de conservar sus privilegios y los honores que consigo lleve puestos los convertirán en fieles ejecutores de nuestras órdenes". 

Muchos son ya los que han entrado al trapo analizando los pros y contras del documento y anunciando el posible fracaso de la propuesta con sesudos análisis de antecedentes y haciendo referencia a la evidente quiebra de la legalidad internacional. No caigamos en la trampa, no son más que falsas maniobras que sirven para justificar la posterior connivencia liderada, como no, por el viejo continente. Lo determinante son las intenciones y estas son una vez más perversas y perfectamente planificadas. 

Parafraseando a Antonio Gala en una reflexión publicada en 2014, parece existir un pueblo que a lo largo de la historia no "…estuviera hecho para convivir". Y acaba diciendo "o no son buenos o alguien los envenena". Después del maestro Gala, nada más que decir.


(*) Fundación Araguaney-Puente de Culturas

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