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Grial Parga. El bar

Título: EL BAR
Director: Álex de la Iglesia
Reparto: Blanca Suárex, Mario Casas, Secun de la Rosa, Carmen Machi, Jaime Ordóñez
Calificación: 1/4

EL PERIODISTA Álvaro de Cózar publicó el año pasado V: las cloacas del Estado, una serie de reportajes de investigación sobre las conexiones entre el comisario de Policía José Manuel Villarejo y el subsuelo de la realidad española durante la democracia. Su idea inicial era resumir la historia reciente de España a través de sus alcantarillas, en las que el poder utiliza a fontaneros, periodistas y matones para no mancharse las manos. De Cózar se hace una pregunta pertinente antes de comenzar su serie de podcast: "¿Y si durante los últimos cuarenta años la historia de España se viera con mucha más nitidez desde abajo; desde las cloacas?".

Álex de la Iglesia y su guionista Jorge Guerricaechevarría llevan, desde Acción mutante, tratando de representar a nuestro país también desde una perspectiva subterránea. A través de sus películas, España es descrita como un pozo negro de envidias, rencores y venganzas personales. Es difícil encontrar un personaje que represente el contraplano de ese patio de vecinos mal avenido. Tal vez Raphael, en Mi gran noche, o el falso vaquero almeriense de 800 balas son las únicas figuras próximas en un escenario plagado de histriones.

La metáfora de una España cainita, encerrada en un bar por pura inercia cultural, pero que termina resolviendo sus conflictos en el sótano, y más abajo, en las alcantarillas de Madrid, le sirve a De la Iglesia para volver sobre sus temas de siempre.

La falta de sutileza con la que insiste, sin embargo, no coge al espectador con la guardia baja. A su representación chusca de una España cabrona que busca en la televisión, en el bar y en la tragaperras el consuelo individual de su fractura colectiva, le falta pegada y le sobra sermón.

El bar tiene muchos problemas para este crítico. Pero el más grave, posiblemente, es el de los arquetipos con los que trabaja. No solo aquí, sino en casi toda su filmografía. A esa paleta de personajes en la que está el hipster publicista, la pija instagramer, el expolicía alcohólico y el iluminado –siempre el loco más cuerdo que el que se cree cuerdo–, le falta el más importante: el espectador. Una figura que haga de espejo y no una caricatura cómoda de un Otro. Visibilizar las cloacas sirve para exponer la parte más incómoda de nuestra comunidad y que tratamos de esconder debajo de la alfombra. Pero, como John Goodman en Calle Cloverfield 10 –otra película de encierro– la proximidad del monstruo sería su mayor fortaleza.

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