Opinión

De acuerdo, "¡por España!", pero… ¿por cuál?

No es difícil en el discurso político, en especial por parte de formaciones políticas del espectro de la derecha, recurrir habitualmente a la consigna "¡Por España!", para así señalar el objetivo final de sus propuestas. 

Un lema, "¡Por España!", al que sin duda todos podríamos apuntarnos si reparo, entre otras cosas por la vacuidad de su significado cuando, como viene siendo habitual, la frase finaliza ahí sin más explicación. Sin duda, convendría poner en evidencia, que lo importante de tan ostentosa expresión no está en lo que se dice, sino en lo que se deja de decir. 

Porque, convendrán conmigo, lo esencial de esa expresión sería hacer transparente cuál es esa España a la que nos referimos, que modelo de país pretendemos, que objetivos perseguimos y en qué principios y valores se sustenta. Claro que esto último significa entrar en una harina en la que no pocos se sienten muy incómodos porque, evidentemente, obliga a poner negro sobre blanco aquello que muchas veces se prefiere que quede bajo la alfombra. 

Porque, evidentemente, no es lo mismo la España resultado de fijar como objetivo combatir el incremento de los niveles de desigualdad entre clases sociales, que la España resultado de apostar por diseños que de forma taimada contribuyen a que dichos niveles sigan creciendo. 

No es lo mismo una España que luche por la justicia fiscal y la redistribución de la riqueza —de forma que pague más quien más tiene y puede—, que una España que proclama ofrecer un aparente y atractivo ahorro en impuestos, pero callando que ese ahorro apenas representa 44 euros al mes para un contribuyente que ingrese 25 000 euros al año, pero 1000 euros al mes para otro con ingresos de 250.000 euros. Y, por supuesto, escondiendo que eso se traducirá en peor educación pública, peor sanidad pública, peores pensiones públicas, peor transporte público... 

Por cierto, los datos oficiales, no del Gobierno de España sino de Eurostat indican que España, es uno de los países de la UE con menor recaudación fiscal y con menor gasto público; seguimos recaudando por debajo de la media de la Unión Europea y recaudamos menos que lo que recauda la media de la eurozona. 

No es lo mismo una España que en esta legislatura aprueba una subida del Salario Mínimo Interprofesional del 47%, pasando de los 735 a los 1080 euros, que una España que pretenda congelar esa subida bajo el falso discurso de que tal medida evita la creación de empleo, cuestión esta última claramente desmentida por la realidad de un país que en este momento cuenta con el mayor nivel de empleo de nuestra historia. 

No es lo mismo una España que aprueba una Reforma Laboral que rescata la prioridad de los convenios sectoriales y su ultraactividad, que persigue la garantía de la estabilidad en el empleo y la transformación del mercado de trabajo, que una España que pretende recortar derechos de los trabajadores e imponer la prioridad de los convenios de empresa para así provocar un desequilibrio entre las partes sociales, una contrastada devaluación salarial y mayores niveles de temporalidad. 

No es lo mismo una España que aprueba unos Presupuestos Generales del Estado que contemplan la mayor subida para la Educación Pública, singularmente para Becas, también para la Sanidad Pública y para incrementar las pensiones según el IPC, que una España que se decanta por unos Presupuestos que abogan por los recortes en los servicios públicos esenciales, derivarlos a la beneficencia, y así potenciar su privatización para aquellos que se los puedan pagar. 

No es lo mismo una España que se esfuerza y lucha por conseguir en la Unión Europea alcanzar posiciones de liderazgo, respeto e impulso de iniciativas que rompan con las viejas recetas neoliberales y que sirvan de modelo global, que una España que se mueve por Europa poniendo palos en las ruedas al legítimo gobierno de nuestro país, que predica las viejas recetas del austericidio y que arrastra el dudoso mérito de hablar mal del propio país. 

Podríamos poner muchos más ejemplos, pero creo que los anteriores son buena muestra de lo mucho que nos jugamos si, como pretenden los sectores neoliberales, las derechas de nuestro país, nos dejamos llevar por ese "¡Por España!" emocional y vacío de contenido que pretenden colocarnos en el debate público, en lugar de que se imponga la razón y a la serena reflexión que merece un asunto tan importante como es decidir cuál es esa España en la que queremos vivir.

Comentarios