Opinión

De "homo horribilis" a "homo suicidalis"

En España, en mayo del pasado año, se aprobaba la 'Ley 7/2021, de 20 de mayo, de cambio climático y transición energética'. Una ley que contó con el voto en contra de VOX, buenos discípulos de Trump, y la abstención del Partido Popular que, por sus hechos, parece no andarle mucho a la zaga.
 

Tan solo en lo que afecta a materia climática, la legislación que recientemente ha conseguido aprobar el presidente de EE.UU., Joe Biden, implica una inversión de 370.000 millones de dólares en los próximos diez años. Eficiencia energética y tecnologías de energía limpia son las dos grandes líneas que a través de subvenciones fiscales a familias y a empresas acaparan el grueso de la cifra total. 

Un cambio importante para un país, y para el conjunto del planeta, que hace poco contemplaba con terror las soflamas del expresidente Trump, negacionista en todo lo que se refiera al cambio climático y que con un simple y brutal "no me lo creo", echaba por tierra el informe de más de 1.600 páginas titulado "Evaluación Nacional sobre el Clima", respaldado por 300 científicos de 13 agencias diferentes. 

En España, en mayo del pasado año, se aprobaba la "Ley 7/2021, de 20 de mayo, de cambio climático y transición energética". Una ley que contó con el voto en contra de VOX, buenos discípulos de Trump, y la abstención del Partido Popular que, por sus hechos, parece no andarle mucho a la zaga. 

Tanto VOX como el PP utilizaron un argumento común al incidir en lo que supondría esta ley para la destrucción del empleo y el cierre de empresas aun cuando existe un gran consenso acerca de que, por el contrario, estas políticas traerán consigo generación de mayores inversiones y de nuevas oportunidades de empleo. 

Por cierto, no hay respuesta más contundente al razonamiento empleado por las fuerzas conservadoras que el empleado en el Pleno del Congreso por la ministra del ramo, Teresa Ribera, quien no dudó en espetarles la siguiente frase: "No hay empleo en un planeta muerto". 

Y de un planeta moribundo trata el "Informe de la Evaluación Mundial sobre la Diversidad Biológica y los Servicios se los Ecosistemas" elaborado en el año 2019 por la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés) y en el cual podíamos leer lo siguiente: "alrededor de un millón de especies ya están en peligro de extinción, muchas en apenas decenios, a menos que se adopten medidas para reducir la intensidad de los impulsores de la pérdida de diversidad biológica. Si no se adoptan medidas, habrá una mayor aceleración del ritmo de extinción de especies en todo el mundo, que es ya decenas, cuando no cientos de veces superior a la media de los últimos diez millones de años". 

En la ley española se prevén, entre otras, medidas para la protección de la biodiversidad y sus hábitats frente al cambio climático y la elaboración de una estrategia específica que incluirá las directrices básicas para la adaptación al cambio climático de los ecosistemas naturales y de las especies silvestres españolas, así como las líneas básicas de restauración y conservación de los mismos, con especial referencia a los ecosistemas acuáticos o dependientes del agua y de alta montaña. 

Conviene tomar nota de las palabras del ornitólogo Peter Berthold que a la especie humana nos califica, en primera instancia, de "homo horribilis" como causantes de todo este inmenso daño a la naturaleza para, a continuación, anunciar nuestra evolución a "homo suicidalis", puesto que la humanidad no podrá sobrevivir con la extinción de especies que está generando.

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