Opinión

Orgullos

EN LAS últimas horas Madrid ha sido capital de dos celebraciones memorables. En el Congreso de los Diputados se conmemoraban los cuarenta años de las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco. Unas horas después y a unos cientos de metros, en la plaza que lleva el nombre de Pedro Zerolo se vivía con algarabía el pregón de las fiestas del Orgullo LGTBI, que este año tienen carácter planetario. A un ser venido de otro mundo le costaría encontrar una conexión entre ambas celebraciones, una relación entre el ambiente festivo de una y el carácter solemne de la otra. Pero sería muy fácil explicarle que lo que ve hoy en la plaza sucede por lo que pasó en 1977 en la Carrera de San Jerónimo.

Hace cuatro décadas, mientras se preparaban las Cortes Constituyentes, la primera manifestación celebrada en España para reivindicar los derechos de los homosexuales fue duramente reprimida en Barcelona por la Policía. Mientras la amnistía liberó en 1977 a los presos políticos, los homosexuales seguían siendo perseguidos en virtud de una ley que los consideraba ciudadanos "peligrosos", cuyos afectos se consideraban "escándalo público" y a los que había que reconducir en su orientación sexual en centros específicos o en la cárcel.


Mientras la amnistía liberó en 1977 a los presos políticos, los homosexuales eran perseguidos en virtud de una ley que los consideraba ciudadanos "peligrosos"


Ese mismo país que mientras se disponía a legalizar la igualdad seguía persiguiendo al diferente se convertiría 28 años después en el tercero en el mundo en aprobar el matrimonio homosexual y en poner en marcha una legislación puntera en materia de igualdad de derechos que otros ahora envidian o copian. Leyes que cupieron en una Constitución suficientemente flexible como para acoger todos esos avances sin que estallasen sus costuras.

Por eso, el rey Felipe VI reivindicó el miércoles el trabajo hecho por los hombres y mujeres que formaron parte de aquel parlamento constituyente. Ellos fueron capaces de culminar con habilidad y sometidos a presiones múltiples, una Transición que, como reconoció el Rey, "tuvo errores y equivocaciones, luces y sombras que debemos cambiar, corregir y reformar".

Podremos discrepar sobre la cantidad de cosas que debemos reformar, pero es tremendamente injusto ignorar o despreciar lo hecho entonces y lo conseguido en estos cuarenta años gracias, precisamente, a lo que ellos hicieron, empujados por una sociedad y por colectivos, como el homosexual, que no se conformaban con cualquier cosa después de cuarenta años de dictadura y represión.

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