Opinión

Democracia, política y platos combinados

ALGUIEN me dice que ha leído por ahí que algún experto en la materia afirmaba (categóricamente, supongo, porque los expertos lo hacen así) que uno de los problemas de la sociedad española es la excesiva politización y que eso se ve en los Medios, especialmente en las televisiones, que están repletas de políticos a todas horas, sobre todo de políticos "de los nuestros", es decir, de las cadenas afines, destinadas a mostrar sus virtudes y defenderlos de "ellos", los malos, los que delinquen, corrompen y quieren llevar a la ruina al país (o la patria o la Marca España, o este aglomerado de idiosincrasias). Como el Alguien que me lo contaba creía lo que afirmaba el Experto me puse a indagar por mi cuenta, a ver si los periódicos y las televisiones estaban "politizados". Los periódicos debían estar politizados, pero no se notaba, todos contaban la misma película, pero cada uno a su manera, con una pobreza informativa y gramatical que seguramente se debe a motivos sociolaborales o al cambio climático; se adivinaba según cada diario, que la politización, que no estaba presente en las páginas, era, en realidad la posesión diabólica propiciada por el político que tiene un ascua en forma de fondos de reptiles para que alguien vaya arrimando sardinas informativas. En la radio no probé, sólo escucho música (es un defecto de formación cultural, una carencia posiblemernte de alguna vitamina). Y en la televisión me di cuenta de una cosa, que el Experto no tiene ni puta idea; los políticos aparecen escasos segundos, con mejor presencia los amigos de cada cadena y con ráfagas fugaces y desafinadas los enemigos; todos parecen grabados con el teléfono de un adolescente y volcados en un youtube informativo. Lo que si aparecen y en cantidad son comidas; gente cocinando, gente comiendo, gente bebiendo, en cualquier programa, en documentales exóticos, en documentales folklóricos de la tierra enxebre, en concursos de cocineros (ahora conocidos como chefs, aunque ninguno sea jefe de nada), en demostraciones culinarias, en consejos sobre lo que comer y lo que no comer. En las televisiones no hay Política, hay Comida. Lo que era política o juego político se transformó en un simple juego de roles, estrategias o de simple parchís, un proceso entretenido para ganar, simplemente. El resto es puro embrollo más acorde con los programas de comida que con el proceso de políticos en democracia, una palabra que ya nadie pronuncia; simplemente se limitan a pedirle al que manda que se marche (una moda inaugurada hace años por un presidente español) o a buscar pandillas políticas con las que echar al titular. La política era un arte que se cocinada a fuego lento y con ingredientes adecuados, simples y de la tierra; las nuevas modas que lo transforman todo meten nuevos elementos y nuevas formas de cocinar, de la misma manera que se introducen hierbas y hierbajos como novedades para pardillos (kinoa, gengibre, tallos de soja y muchos más ingredientes del sector forraje) en política se exhiben como necesarias un montón de nuevas plantas que aseguran ser saludables, pero que, como siempre, solo son hierbajos. Se tiende ahora a la comida rápida, la fastfood; de repente alguien pide una moción de censura hamburguesa, con todos los ingredientes de apoyo, lechuga, queso, tomate, y salsas independientes; y la presidencia del Congreso, en lugar de dejar reposar el asunto, lanza un "¡Oído, cocina, marchando una completa para el viernes!". Y ya tenemos un juego en marcha, rápido y con arreglos de urgencia, una comida política que, como toda la comida rápida, nos gusta en el momento, pero a la larga nos va a producir ardor de estómago.

Se tiende ahora a la comida rápida, la fast-food; de repente alguien pide una moción de censura hamburguesa, con todos los ingredientes de apoyo, lechuga, queso, tomate, y salsas independientes; y la presidencia del Congreso, en lugar de dejar reposar el asunto, lanza un "Oído, cocina, marchando una completa para el viernes!"

La democracia tiene estas cosas, diría el Experto, pero no. Ahí si que conviene que cada uno defina lo que entiende por Democracia, porque corremos el riesgo de estar hablando de comidas distintas. El hecho de que en los tiempos que vuelan no se hable de democracia ni de política y se esté más por la labor de hacer platos combinados con leyes preparadas al gusto del chef, nunca de los comensales, que somos los que pagamos la cuenta, quiere decir algo. De hecho, la democracia es un concepto que casa mal con los últimos acontecimientos que a lo largo de estas semanas venimos recordando. Por ejemplo, la italiana, una democracia innecesaria, simple como la pasta (agua y harina), que se resume en lo siguiente: ustedes votan, y de lo que salga, los que ganan proponen al presidente de la República (al que nadie eligió) un candidato, alguien que pasaba por allí, pero que no gustó al presidente, así que el presidente propone otro que le gusta más, pero al final acepta al primero pero con variaciones. Para explicarlo en términos gastronómicos, es como si usted va a un restaurante y pide lenguado menier, viene el camarero y le dice que no, que mejor le van a dar un par de huevos con patatas fritas, usted dice que no le apetece y el camarero le dice que entonces le abren una lata de fabada.

Todo da igual, porque todo está ya cocinado y envasado al vacío político. Una vez que a la ciudadanía le interesa más la comida que la política, el Dinero, el Capital, que en el fondo son los que manejan el negocio de restaurantes-gobernantes, tiene la capacidad para imponer las modas sobre lo que hay que comer y lo que se tiene que pagar. Las grandes corporaciones que trabajan por fuera de los marcos políticos, ajenos a cualquier democracia son los que nos van a manejar a través de los que se autoproclaman políticos, al Dinero le basta simplemente con "tener de mano" a los que gobiernan (ya me entienden, el dinero tiene de mano para engrasar la máquina de hacer políticos y recoger los beneficios incontables, resultado de las grandes inversiones públicas para beneficios privados) El dinero del Dinero está cada vez en manos de menos para perjuicio de los más. Después de la sentencia de la Gürtel (y otras que fueron y vendrán) se habla de condenas, de años de cárcel, de como se les reducirán penas, de como, a fin de cuentas y mirándolo bien, no salen tan mal librados. Pero, ¿y el dinero defraudado, robado, blanqueado, desaparecido de las arcas públicas? ¿quién lo devuelve? No lo esperen, todo lo que se come tiene un proceso y un final, sirve para engordar al que lo comió, el resto es puro excremento.

Post scriptum.- Mientras escribo esto contemplo en la televisión un nuevo programa gastronómico en el que mandan de vuelta a la cocina el plato Rajoy, porque los clientes quieren un plato combinado; no se conoce el nuevo menú, pero se sabe quienes pediremos la cuenta.

Comentarios