Opinión

Mensaje de Fátima

RECIBO COMO cada año por estas fechas una carta de la ministra de Empleo y Seguridad Social, doña Fátima Báñez, en la que me comunica textualmente que “Gracias a la solidaridad y el esfuerzo de todos los españoles, hemos concluido 2017 avanzando en la senda de la recuparación y el crecimiento. Un periodo en el que se han creado más de 600.000 empleos, que constituyen una gran fortaleza para nuestro sistema público de pensiones”. Después de alucinar en colorines un instante, prosigo leyendo que el sistema de la Seguridad Social atiende a más pensionistas que nunca y hay que seguir trabajando en esa dirección, y, en el párrafo siguiente, me anuncia que mi pensión la suben este año un 0,25 por ciento (¡tachaaaaannn!).

Llegado a este punto me quedo mirando al espacio, con la mirada perdida, atónito y perplejo; tardo en recuperarme; si fueran estos los viejos tiempos de vino y rosas me serviría un copazo de bourbon a la salud de Fátima y su mensaje, y, además, para reponerme del shock causado por la información. Después, poco a poco, regreso al presente, me sitúo en la realidad y recuerdo que hace tan sólo unos días el presidente Rajoy (jefe de Fátima) decía a los cuatro vientos de la rueda de prensa que “ahora que las cosas empiezan a ir bien” (coincide en eso con Fátima, pero no coincide con la inmensa mayoría de los pensionistas o los asalariados) hay que hacer un peto e ir ahorrando a largo plazo; es decir, hay que hacer planes de pensiones, porque, no es que la cosa vaya mal, que va muy bien, pero mejor hagan un plan de pensiones no vaya a ser el demonio que nos pase algo. Me recordaba aquello tan de nuestros antepasados que siempre estaban ahorrando “para una enfermedad”.

De paso, don Mariano también sugiere que hay que ahorrar para la educación de los hijos, no vaya a ser que se privatice todo y no tengamos fondos para mandar a los niños a colegio concertados con la Iglesia Católica. En ese momento la inclinación por el remedio del bourbon era alta, a pesar de haberme convertido a la abstención alcohólica y a la mesura en grasas y derivados del cerdo. Como no perdí la costumbre (a pesar de que me estoy quitando) de leer periódicos, abro el ordenador, que es donde están los Medios y me encuentro de nuevo con Fátima, que es como una aparición de la Señora a los pastorcitos que leemos el periódico en el desayuno. Y me dice que los pensionistas no han perdido poder adquisitivo desde el inicio de la crisis. Y me vuelve el deseo de sustituir el café por el bourbon. Las ministra lo dice con cara de creérselo; puede que sea una aparición dogmática, una cuestión de fe, que se resuelve en los círculos políticos, no en los finales de mes de las cajas de los supermercados.

Las afirmaciones de Báñez está fuera de la ley de la gravedad del asunto, flotan en un país multicolor en el que los pactos, las leyes sociales y los mensajes de la ministra nos llevan a la felicidad. Como los periódicos suelen disparar en direcciones contrarias y lo que en uno es blanco, en otro es rosa fucsia, y en lo que uno es piropo al poder, en otro es barricada contra el sistema, abro otro Medio para ver si he leído bien o Fátima estaba en Cova de Iría. Y aquí la sorpresa es mayor, porque aparece la ministra con el sexto aniversario de la reforma laboral. Y ahí se me presenta otra aparición, diría que milagrosa: surge uno de esos anuncios que se meten en cuanto se abre alguna página de periódico, ya saben, ofertas telefónicas, hoteles, coches…, y un gran anuncio sobre la foto de la ministra de…¡una empresa de inversiones!, con nombre inglés que anima al lector con la frase: “Evite quedarse sin dinero durante su jubilación” y le dice como invertir para que Fátima y Mariano, que lo llevan todo muy bien, acaben por meter todo el paquete en un plan de jubilación de algún banco de los que hemos rescatado y que nunca nos devolverán nuestro dinero. Así que la cosa es que todo va en el “pack”, que es como le llaman a un paquete los expertos que no saben hablar en su lengua. Ya no es mensaje subliminal sino directo, como si la empresa que anuncia en inversiones dijera: “No le hagan caso a esta de abajo, sigan mi consejo y búsquense un plan de pensiones”.

Claro que, la “company of investiments” lo recomienda para aquellos que tengan unos 350.000 euros de más y los quieran meter en ese plan bancario; con lo que me suben de pensión o con lo que cobra la inmensa mayoría de los españoles, tener 350.000 euros de más sólo está a la altura de un político corrupto (¡Ay quien fuera político corrupto, con lo bien que viven!). Me precipito a por el bourbon y me doy cuenta de que hace años que no tengo nada de alcohol; me conformo con el café y las tostadas.

Como resulta que la reforma laboral del Gobierno ha aumentado la precariedad y ha hundido los salarios; como las empresas aumentan beneficios pero los salarios caen en picado (la tercera parte de los trabajadores por debajo del salario mínimo); como la educación se depaupera para beneficiar la educación privada; como la sanidad encoje sus nóminas para derivar enfermos hacia la sanidad privada (el negocio sanitario privado creció un 16 por ciento en cinco años –en gran parte por capital público–, mientras que el público bajó un 6 por ciento), y como los planes de pensiones no son más que un producto bancario como uno de aquellos “plazos fijos”, aunque con más peligro, y como la banca es el sector del país que más paro generó, con el mayor beneficio consolidado, he decidido hacer dos cosas: meter los pocos ahorros en la viga, como decía aquel sabio, y comprarme una botella de bourbon, aunque con la subida de Fátima no me va a dar ni para un Dyc.
 

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