Opinión

El golpe sobre la mesa de los díscolos de los díscolos

NO DEJA de resultar irónico que Sanxenxo Agrupación Liberal se desangre de una forma muy similar a cómo se gestó su nacimiento. Si su fundación, en la primavera de 2011, surgió a raíz de un grupo de díscolos del PP que no casaban con la gestión de la excaldesa Catalina González Bea, ahora son una concelleira, varios directivos, más de la mitad de la última lista electoral y un nutrido grupo de afiliados los que abandonan SAL dando un (sonoro) portazo. Es el golpe de los díscolos de los díscolos.

Su decisión no resulta, ni mucho menos sorprendente. Vanessa Rodríguez dejó muy claro desde el principio que no negociaría con Telmo Martín. Gente como la exconcejala Esther Freijeiro rápidamente se pusieron del lado de la ahora edil no adscrita, cuya firmeza a la hora de mantener su postura le ha servido para obtener un importante respaldo en el seno de un partido cada vez más roto. Rodríguez Búa atrae sobre todo a aquellos militantes que en su día creyeron que SAL ya no era simplemente una escisión del Partido Popular, tal y como la vendían sus detractores hace poco más de un lustro.

La crisis es un hecho, pero a corto plazo parece difícil que vaya a provocar más tsunamis, espantada al margen. De momento, Gonzalo Pita, Jesús Sueiro y Daniel Fernández continúan contando con un apoyo más que sólido en sus filas, entre el que se incluye el visto bueno de algunos fundadores del partido, que en su momento no dudaron en apostar por el propio Pita para liderar la candidatura a los comicios locales de 2011. Precisamente, la reaparición en escena de estos pesos pesados ha sido otra de las razones que ha provocado la crisis interna. Los partidarios de Vanessa Rodríguez no esconden su malestar por el retorno a la escena de Francisco Villaverde, Jaime Leiro o Manuel Otero Pombo, quienes pasaron a un segundo plano en los albores del verano de 2015 después de la firma del cuatripartito. De hecho, este último incluso llegó a formar parte del organigrama municipal de Compromiso por Galicia, un proyecto que no tuvo demasiado recorrido.

el futuro. Las interrogantes se acentúan a la hora de mirar más allá de la finalización de estos dos últimos años de mandato. No es descabellado pensar que los días de SAL como agrupación independiente pueden estar contados, ya sea porque la crisis interna pase factura a nivel de votos o porque, en caso de que la gestión del tramo final de la legislatura acabe con saldo positivo, todos los méritos se los acabe llevando el PP. En ese escenario, SAL tendría muy complicado diseñar una campaña electoral para desmarcarse de sus hoy socios de Gobierno.

A nivel de base, los liberales pueden encontrarse con un problema. Y es que, una vez se oficialicen las bajas de los críticos antipacto, SAL pasará a contar con 40 afiliados. Menos que, por ejemplo, el PSdeG-PSOE o el Bloque Nacionalista Galego.

Hipótesis al margen, lo que está claro es que el giro dado por los díscolos de los díscolos no está dejando a nadie indiferente. Igual que en 2011.

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