Opinión

Equilibrio y política

EL SENTIDO del equilibrio en la acción política democrática conduce a tener presente no a un sector, a un segmento de la población, a un grupo, por muy mayoritario que fuese, de ciudadanos, sino a la realidad social en todas sus dimensiones. Se trata de gobernar, de legislar, para todos, contando con los intereses y las necesidades de todos, y también y sobre todo con las de los que no las expresan, por cuanto entre ellos se encuentran posiblemente los que tienen más escasez de medios o menos sensibilidad para sentir como propios los asuntos que son de todos. Hoy, lamentablemente, esta perspectiva del equilibrio brilla por su ausencia en las principales manifestaciones de la política entre nosotros, como bien sabemos, y experimentamos.

El equilibrio político es una exigencia y una condición de las nuevas políticas, que por más que se anunciaron tiempo atrás, todavía las estamos esperando. El político, la política, no está comprometido con un segmento, ni con una mayoría por amplia que fuese, sino que lo está con todos, aunque la base social que constituye su soporte serán necesariamente los sectores más dinámicos, activos y creativos del cuerpo social. El sentir social, la conciencia social, debe ser un elemento de primer orden en la consideración de la política democrática, si realmente se admite que la ciudadanía es el elemento fundamental en la articulación de la vida política.

En efecto, el sentir social forma parte de las condiciones objetivas, porque es un factor que actúa realmente, que gravita sobre las situaciones reales, y debe ser tenido en cuenta en su valoración. Por ello, la acción política debe tener muy en cuenta la opinión pública. Sería suicida, pero sobre todo sería inadecuado e injusto, actuar de espaldas a ella. Sin embargo, la acción política democrática no puede plantearse como un seguidismo esclavizado de esa opinión por más que hoy aparezca como canon único de la orientación de las decisiones que se adoptan. Probablemente por eso, nos va como nos va, porque faltan convicciones firmes y, sobre todo, valentía y pedagogía, mucha pedagogía política.

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