Opinión

El Atlántico no cuenta en los planes del Gobierno

El papel lo aguanta todo. En materia de gestión estratégica del transporte, tanto de viajeros como de mercancías, el Gobierno de España parece dar por cumplidos los compromisos en cuanto las cosas aparecen dibujadas en un mapa.

Tras la insistencia de la Xunta, de los sectores económicos afectados, del Parlamento gallego y de nosotros mismos en el Congreso y en el Senado, se logró en la última revisión de la Red Transeuropea de Transportes (TEN -T) que el noroeste de España y, en concreto, Galicia y Asturias, entraran a formar parte de la red básica. Y esto se reflejó en un mapa. Porque eso es lo que le corresponde en este caso a la UE: proponer una visión estratégica, fijar un horizonte temporal, escribirlo en un documento y "orientar" a los Estados que son los que, a fin de cuentas, tienen que llevar al terreno lo que se plasmó en el papel.

En el caso del transporte de mercancías, el Gobierno de España también elaboró su documento estratégico, que se titula Mercancías 30. El título ya nos da una pista. Las actuaciones incluidas en ese documento son las prioritarias, que se considera acometer hasta 2030. La Red Transeuropea de Transportes establece dos plazos: 2030 y 2050. Pues bien, el documento español sigue sin considerar a Galicia entre las actuaciones prioritarias, incluso en el propio Corredor Atlántico de mercancías.

Entonces el Gobierno responde que no se trata de un documento definitivo y que los gallegos, lo que debemos ver, es el mapa que dibujó Europa. Podría ser. Pero en el mismo texto, un poco más adelante, se explica la estrategia que se va a seguir para hacer eficaces los corredores: que puedan acoger trenes que, a su vez, transporten camiones, con en objetivo de liberar a las carreteras de ese transporte pesado y altamente contaminante. Y en esa estrategia de las denominadas autopistas ferroviarias, Galicia vuelve a no estar.

No pinta bien y la experiencia nos dice que no nos debemos fiar de este "baile" de mapas. Y no sólo la experiencia. Si el Gobierno otorgara, como dice, la misma importancia al Corredor Atlántico que al del Mediterráneo… ¿Por qué el corredor Atlántico dispone de un Comisionado especial del que carece en del Atlántico?, ¿por qué aquel cuenta con oficinas y personal para hacer un seguimiento de las actuaciones y éste no?

Y, en cuanto al transporte de viajeros, ¿por qué no se prioriza la salida sur para enlazar Vigo con Oporto y, de paso, se atienden los compromisos adquiridos con Portugal, que ha cumplido con su parte del pacto?

Para salvar los muebles, en los Presupuestos del Estado se presentan como actuaciones del Corredor las propias tareas de mantenimiento y modernización de las infraestructuras actuales. Todas ellas convenientes y necesarias, por cierto, pero ajenas a una planificación con visión global.

Tanto los datos conocidos como los indicios nos ponen muy claro que el Gobierno de España no está de acuerdo con una visión Atlántica en su estrategia de transportes. La visión tradicional, y que hoy se ha quedado anticuada, llevó en el pasado a una configuración radial desde Madrid. Cualquier planteamiento moderno de las comunicaciones debería considerar una visión periférica como en que reflejan los cinturones de circunvalación en las ciudades. Y debería hacerlo con más razón si tenemos en cuenta la importancia del Atlántico como espacio de relación de Europa con el exterior. Es inexplicable que no se apueste, como propone Portugal, por un enlace entre Sevilla, Huelva, Lisboa, Oporto, Vigo, A Coruña, Gijón…

Y, lo que es peor, no estamos recibiendo un mensaje claro por parte del Gobierno, que utiliza los mapas y la documentación de una forma tan críptica que parece esconder un engaño.

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