Opinión

Diputaciones

LA UCD se planteó la supresión de las diputaciones al crearse el Estado autonómico, pero solo desaparecieron las sustituidas por autonomías uniprovinciales. Sufrieron un vaciado de competencias, pero se mantuvieron como epicentro del caciquismo. El titular de la poltrona provincial continuó ejerciendo de gran manillador. El acuerdo para la supresión de las diputaciones propuesto por Ciudadanos al PSOE tiene corto recorrido, aún en el caso de que salga adelante su pacto de Gobierno. ¿Acaso renunciarán socialistas y populares a su gran arma de control territorial? Las diputaciones tienen siete vidas, como los gatos, pese a ser tan inútiles como el Senado. No importa que la elección de sus órganos se rija por criterios poco democráticos, ni que sean un nido de enchufados. Las protestas de los presidentes provinciales socialistas dejan claro el conflicto de intereses. Parte del equipo de Feijóo se resguardó bajo el paraguas de la Diputación de Pontevedra en su etapa en la oposición al bipartito. El Bloque, partidario de su supresión, pacta gobiernos provinciales para ampararse en su travesía del desierto. Cargos orgánicos del PSOE perderían su sueldo como asesores en Lugo. Hasta los alcaldes tragan con una institución que se lleva la mitad del 13% del presupuesto estatal para administraciones locales, en detrimento de los ayuntamientos. Me temo que habrá que seguir soportando el lamentable espectáculo de los plenos de San Marcos.

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