Opinión

El colchón

UNA EMPRESA de Ordes comercializa el primer colchón inteligente del mundo, que detecta las infidelidades y da la alerta vía móvil. La primera reacción ante la noticia es de temor. Piensas que la Ley Mordaza llega hasta el lecho para controlar los impulsos eróticos de ese atribulado asalariado que no tiene la suerte de estar en los papeles de Panamá, ni cuenta con un amiguito del alma en la administración pública. La segunda sensación es de incredulidad. Te surgen dudas razonables sobre la fiabilidad del invento. ¿Cómo medirá y personalizará el colchón las variables en la intensidad y el ritmo de los movimientos? ¿Saltará la alarma si estos varían por un cambio de postura? ¿Si adelgazas diez kilos y el colchón ya no sufre tanto dará un aviso? El Lover Detector System de este Smartress, así se llama el invento, se revela como un moderno cinturón de castidad. Su presentación se hizo en el madrileño barrio de Salamanca, con la población más infiel, según sus promotores. Es como si los residentes en la Zona Nacional viviesen instalados en eternos paraísos, ya sea fiscales o sexuales, aunque esta última circunstancia se antoja aleatoria. La clase obrera también va al paraíso, aunque sea en un coche de segunda mano. La tercera impresión es de alivio. La prudencia aconseja que unos y otros se apeguen al colchón convencional, pese a que a la inmensa mayoría no tenga dinero para guardar en su interior, lejos de Hacienda.

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