Opinión

El juego

UN EXALCALDE de Foz, el fallecido José Paz, hablaba con orgullo en 1986 de la gran reducción de la deuda municipal, especialmente con la empresa suministradora de energía eléctrica. Este histórico del PSOE se tomaba tan en serio la economía municipal como la de su propia casa. Pepito de Vilaxoane, como le conocían, pertenecía a la vieja, muy vieja política, y predicaba con el ejemplo. No cobró salario como alcalde y, a buen seguro, no entendería que los diputados podemitas, esos que reclaman la bajada del sueldo de los políticos, pero no renuncian ni al finiquito de esta inútil legislatura en el Congreso y el Senado. Los autoproclamados reinventores de la socialdemocracia dejan el debate entre lo nuevo y lo viejo para acogerse a los privilegios de la casta. El ejemplo de austeridad de Pepito de Vilaxoane es también aplicable al presidenciable del PP, Mariano Rajoy, que repite la engañosa milonga electoral de la bajada de impuestos. Le importa poco que el déficit público alcance el 101% del PIB. Tampoco repara en que el problema no es rebajar un punto del IRPF a los castigados asalariados, sino reducir los impuestos directos. Ni siquiera reflexiona en voz alta sobre el uso de los impuestos, que mantienen superestructuras burocráticas y recortan la sanidad o la educación. Eso sí, Rajoy sabe con quién se juega los votos en esta España de facturas sin Iva, Sicav y papeles de Panamá. A Pepito de Vilaxoane su escrupulosa gestión no le valió para repetir en el cargo.

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