Opinión

La lechera

ME SOBRECOGE la torpeza de la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, al asegurar que su comunidad aporta 3.000 millones para que los andaluces tengan sanidad y educación. Presumir de que en Madrid se pagan más impuestos que en Andalucía o Galicia es de un clasismo pueril, sobre todo si valoramos el ‘efecto sede’. Los embalses de la provincia de Lugo, que tan pingües beneficios generan a las eléctricas, tributan en la capital española, donde tienen su sede fiscal las empresas. Sus cuentas de resultados no cuentan para Galicia. Lo mismo sucede en el caso de Alcoa, que genera el 30% del Producto Interior Bruto (PIB) de Lugo, pero no paga aquí sus impuestos. Olvida Cifuentes que los ingresos de las comunidades son proporcionales a su PIB, con la excepción de Madrid, que percibe el 38% de los ingresos fiscales del Estado, frente al 26% de su aportación al PIB estatal por ese ‘efecto sede’. Su centralismo plañidero es un canto a la insolidaridad autonómica e ignora que los resultados de las balanzas fiscales pueden ser tan diversos como la metodología para su elaboración. Su argumento es tan baladí como la afirmación de que Lugo es un territorio subsidiado por las transferencias para el pago de pensiones, pese a que estas no las ingresan los territorios, sino las personas por su cotización. Cifuentes parece un banquero explicando que los hospitales no cierran por sus impuestos. Sus cuentas son tan ilusas como las de la lechera.

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