Opinión

Lara Méndez olvida la lección de Orozco

LA APROBACIÓN de los presupuestos municipales de 2017 parece una misión imposible en Lugo. Lugonovo y BNG expresaron su intención de abstenerse. El PP votará en contra, pese a que su portavoz, Jaime Castiñeira, se mostró dispuesto a negociar en un principio, al atender que su apoyo sería un aval a la gestión del PSOE. Tampoco ACE está por la labor, mientras que Ciudadanos y los mensajeros del gobierno local escenificaron un diálogo entre sordos. No hay visos de alcanzar un pacto de mínimos para concretar un proyecto presupuestario, aunque las políticas de consenso son más necesarias que nunca para salvar un mandato que se antoja perdido. Las estrategias partidarias pesan más que el interés de la ciudadanía, pese a que todos son conscientes de que la prórroga de las cuentas de 2016 generará un caos aún mayor. Someter a votación las inversiones en lotes fomentará debates interminables. Es como si no tuvieran suficiente  con el culebrón de las facturas impagadas. Sorprende que la alcaldesa, Lara Méndez, optase por esta complicada vía, en vez de someterse a una moción de confianza vinculada a las cuentas, como hizo López Orozco en 2008, con lo que obligó a un cabreado BNG a abstenerse para no dar su apoyo al PP. Si la cuestión de confianza saliese rechazada, ni el popular Castiñeira ni Fernández Rocha, de Lugonovo, serían capaces de sumar la mayoría absoluta que exige la ley para acceder a la alcadía, por lo que las cuentas se entenderían como aprobadas. Pero Lara Méndez desecha la maniobra de libro, ejecutada por Orozco, que no le dejó otro remedio que abstenerse a un cabreado BNG. Opta por el vía crucis de someter sus propuestas de inversión a pleno con un gobierno en minoría. La moción de confianza sería el camino más corto, e igualmente seguro ante la correlación de fuerzas en la corporación, para superar el bloqueo que ya sufre el gobierno local. 

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