Opinión

¡Viva la fiesta!

ANDAN LOS candidatos en busca del voto perdido, de esos sufragios que sentían como patrimonio suyo y que ahora tienen otro dueño o ninguno, con el personal huyendo de lo que huela a política. Bastante tiene el ciudadano de a pie con afrontar cada lunes una larga lista de tareas pendientes y dedicarse a parchear su maltrecha economía, baqueteada con la contención salarial. Suena muy lejana aquella vieja pregunta electoral de barra de bar: «¿Es de los nuestros?» Como en la serie ‘Los Soprano’, pero en plan familiar, con la desconfianza propia de los muñidores de la vieja escuela que, libreta en mano, recolectaban votos a cambio de puntos de luz o de gravilla. El votante, casi intransferible, era suyo. Ese sentido patrimonial se diluye cada vez más. Solo permanece a la hora de aferrarse el cargo o de sostener pulsos internos, como el del político lucense que se negó a facilitarle interventores a un rival interno. ¡Ni que fueran suyos! Es sintomático, pero lo grave será que los bandos no entierren suspicacias antes de las autonómicas. Son rencillas que en nada responden a las preocupaciones de los votantes. El circo electoral vive horas de declive en esta campaña descafeinada, que nos deja cara de plasma. Menos mal que llega el ‘circus’ del Arde Lucus y sigue viva la ilusión de celebrar un tercer triunfo en la Eurocopa, lo que supondría una inyección de autoestima superior a la de una victoria electoral. Ante falta de pan, ¡viva la fiesta!

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