Opinión

Anatomía del pazo

Morfología política de nuestro tiempo. La arquitectura del Estado sobre los pilares de una democracia desigual
Pazo de Meirás.CABALAR (Efe)
photo_camera Pazo de Meirás.CABALAR (Efe)

LA CONDESA Pardo Bazán mandó construir el pazo de Meirás para acomodar entre nobles paredes su creación literaria. Aquella célebre mujer y escritora gallega se adelantó a su tiempo abanderando el feminismo de la época y la libertad intelectual. Una señora que se casó a los 16 y se separó en la España azarosa del siglo XIX, que tuvo amores con Benito Pérez Galdós y que aun así guardó riguroso luto de un año por su difunto exmarido no es simplemente una mística naturalista de la novela, la poesía o el ensayo. Tiene guasa que su obra más representativa sea ‘Los pazos de Ulloa’, y ahora su nombre recobre actualidad por el pazo de Meirás tan vinculado a Franco y al movimiento que vive de remover el pasado, como esa jueza tanguera-che argentinica que quiere enchironar a Martín Villa para ajusticiar la Transición española luego de la frustrada garzonada.

En Los pazos de Ulloa, Pardo Bazán retrata la vida rural gallega de un periodo coyuntural hasta hace nada presente. Pero no deja de ser cierto que Emilia Pardo Bazán fue tan contradictoria como la sociedad de entonces y de ahora, repleta de desigualdades e hipocresía política. La gran Pardo Bazán practicaba su noble alcurnia renegando de las clases bajas, y desde una discreta belleza ejercía con generosidad el amor y el engaño de aparatosa cornamenta con jóvenes ejemplares de masculinidad pudiente como Lázaro Galdiano. Vamos, que se la pegada a Galdós, lo que entonces era otro episodio nacional. Por tanto, la pifian quienes hoy contraponen la procedencia simbólica progre del pazo de Meirás con el franquismo caciquil posterior, como si se hiciera justicia divina con la devolución al Estado de la noble residencia coruñesa que las herederas de Doña Emilia donaron inicialmente a la Compañía de Jesús.

Aunque la familia Franco va a recurrir, es muy probable que el pazo de Meirás ponga sus hermosas vistas de Sada desde sus torres medievales en manos de Patrimonio Nacional como el palacio de La Mareta. Si en próximos veranos no estamos todos confinados en la dejación gubernamental del coronavirus, Pedro Sánchez ya tiene otro sitio donde vacacionar con Begoña de sus constantes maquinaciones de frentismo, división y revisionismo. Los gallegos recibirían con hospitalidad a Sánchez, campeón de la incoherencia y la contradicción como la condesa Pardo Bazán, cuyo plagio imitación de Émile Zola nunca se pudo probar. El cargo de presidente del Gobierno, por mucho que se proyecte imagen de bronceado con bandera españolaza en el margen izquierdo de la mascarilla junto al vicepresidente de moño con pendientes, está vinculado por su importancia y seguridad al hábito palaciego. Pedro Sánchez pudo cambiar el colchón pero no cambió su residencia en el palacio de La Moncloa.

El palacio va con el cargo como el Falcon, Doñana, La Mareta, las conspiraciones y los problemas. Así que no es descabellado imaginar a Pedro despachando un verano de estos en el pazo de Meirás, que no deja de ser un palacio de los tiempos pasados cercano a los mares en los que navegó el Azor. Pedro Sánchez podría recibir a Pablo Casado y hacerle la envolvente a la gallega tal cual se la ha hecho esta semana con el truco de la ronda institucional de Presupuestos.

La portavoz hooligan Montero estableció que Casado es un radical obstruccionista del frentismo en clara descripción de su propio jefe, que es quien en realidad se niega a cualquier tipo de pacto con el PP porque se siente más cómodo jugando a monarca de los mil palacios. Sánchez frecuenta con gusto los beneficios del poder mientras exhibe empatía política con sus socios desfavorecidos de extrema izquierda que junto a PSOE y Podemos forman el frente popular o populista encomendado al desentierro de Franco y la obsesiva destrucción del rival político. Lo que la forofa vocera llamó "amor (golpista de ERC) a España".

El pazo de Meirás también se ha convertido en el templo-trofeo del nacionalismo galaico. Cuando entre la bruma húmeda y fría ha amanecido con la bandera del Bloque colgando de sus almenas cuadrangulares, se dio pábulo a que el pazo era y siempre será del pueblo pero nunca de los Franco. Ahora resulta que será del Estado, esquema político y social de convivencia en forma democrática de monarquía parlamentaria cuya jefatura recae en un Borbón y cuyo presidente y vicepresidente son de todo menos lacayos del reino de España. Por eso el valor simbólico del pazo de Meirás se ha vuelto contra el pueblo llano para terminar siendo otro palacio más de papá Estado en el que nunca se alojarán okupas, inmigrantes ni desamparados. Si acaso puede llegar a Parador de Sada, pero para eso tendría que resucitar Fraga y desaparecer el marquesado de Galapagar. Los Ciudadanos del pueblo que ayudarán a Sánchez con las cuentas del Estado fortalecerán el nuevo régimen tras el fracaso de la Vox-moción. De ese modo, burla burlando, Sánchez e Iglesias prosiguen con su reinado republicano en la mayor crisis sanitaria, política y económica de España desde la dictadura franquista. Y la banca entregada a la nueva normalidad en espera de trincar el Sabadell tras el inminente nacimiento político-económico de CaixaBankia.
 

Hasta el moño
A LA MISMA hora que Casado comparecía en Moncloa tras su frustrada reunión con el presidente Sánchez, el vice-copresidente Pablo Iglesias salía en la televisión para mostrar su nuevo look y su viejo comunismo. Con la pericia de una planificada estrategia de comunicación política certera, Iglesias escenificó su bajada de pantalones con los Presupuestos al tiempo que cacareaba subida de impuestos, rechazo a Cs y predilección por ERC. Y para paliar su pérdida de credibilidad ante los indignados que le auparon, al tiempo que se mostraba en poderoso vicetodo, apareció con nueva imagen de coleta recogida y vuelta al pendiente en las dos orejas. No es que Iglesias tenga a Sánchez y sus correligionarios más puristas hasta el moño. No es eso. Es que Pablo de Galapagar, antes de Vallekas, se hizo un moño con su legendaria coleta como quien cambia sus principios por seguir en la moqueta, el coche oficial y el chalet con amplio jardín a lo Pazo de Meirás. Chaqueta sin corbata y tono de rap con musicalidad de demagogia tronaron en los noticiarios de España para replicar a Casado (el radical) que no se presta al ‘trágala’ del mando único y los 50.000 muertos por Covid.
Retales de la polémica
LA POLÉMICA del cartel promocional de la serie de HBO Patria, basada en la afamada novela de Fernando Aramburu, tiene fin publicitario. El propio autor ha mostrado su descontento con el cartel pero no con el contenido de la serie, en la que se respeta a las víctimas de Eta sin equipararlas con los verdugos asesinos como hace este burdo producto de márketing. Como boicot, HBO ya ha recibido múltiples solicitudes de baja. También ha errado la campaña de test Covid al profesorado de Madrid que colapsó por su improvisación el primer día. Pedir perdón fue obligado tras las críticas por las largas colas, pero hacer de eso una estrategia política y mediática contra la popular Díaz Ayuso excede el juego limpio. Primero fue el alcalde socialista de Valladolid insultando a la presidenta madrileña y ahora el presidente manchego Page, que habló de Madrid como "bomba radiactiva vírica" cuando su comunidad no es un ejemplo de gestión antiCovid. Es claro que se buscan motivos para una moción de censura contra Ayuso, dado que Gabilondo hace una oposición socialista responsable, lo que le puede convertir en Defensor del Pueblo.