Opinión

Año 2023, ora pro nobis

España en capilla ardiente y electoral. La devoción emocional del voto ante la realidad de la lógica y la razón
Benedicto XVI, en su capilla ardiente. EFE
photo_camera Benedicto XVI, en su capilla ardiente. EFE

QUIENES HAN rezado por Benedicto XVI también pueden rezar por todos nosotros y por 2023, un año decisivo para la Iglesia católica, la paz en el mundo, la religión de la política y la fe en las encuestas. El funeral del Papa emérito y su capilla ardiente a cuerpo descubierto y presente marcaron la primera semana del nuevo año. 2023 no sólo es un año decisivo para la espiritualidad y la esperanza de toda clase de creencias, incluidas las religiosas y los deseos de paz, sino que también es un año decisivo para recuperar los principios y valores de lo público. La política como arte de lo posible, como ciencia del poder, se encomienda a las oraciones en el presente año electoral de nuestro Señor. Y ahí está el apóstol socialista del CIS multiplicando los panes y los peces del sanchismo, mientras los sondeos ateos de la demoscopia privada otorgan una victoria terrenal y divina al mesías del centro-derecha, Alberto Núñez Feijóo. Los que no creen en Pedro Sánchez ni en su doctrina de la mentira y la propaganda rezan un padrenuestro por el cambio. Los que militan en la ideología de la izquierda reniegan del credo ‘ora pro nobis’ desde su agnosticismo respecto a toda religión que no sea la suya.

El decisivo año electoral 2023 hará pagar a Sánchez, Feijóo y demás líderes el impuesto del valor añadido. Y en ese Iva patrimonial sufrirá mayor pérdida el presidente Sánchez, porque según las escrituras del nuevo testamento las elecciones las pierde el que gobierna y nunca las gana el que oposita. En el desgaste del poder hay razones suficientes para pensar que a Sánchez le van a penalizar más que a Feijóo sus decisiones ejecutivas y legislativas, siempre con permiso del poder judicial. El gobernante es quien tiene la responsabilidad, mientras que no hay tanto castigo para la oposición. Lo cierto es que el decisivo año electoral de 2023 tiene cita con las urnas en mayo y diciembre, si es que Sánchez no se saca de la chistera un conejo que le permita modificar el calendario. En ese almanaque político están marcadas elecciones municipales y autonómicas y elecciones generales. Es de suponer que en la cita de mayo habrá un reparto del poder municipal sin grandes derrotados.

Pero parece muy probable que autonomías ahora gobernadas por el socialismo y sus socios estén abiertas a un cambio político, entiéndase Valencia y Baleares fundamentalmente. En cuanto a las elecciones generales, el Centro de Investigaciones Sanchistas mantiene su fe militante en el líder dándole una victoria incuestionable a Sánchez hasta el punto de ir a contracorriente de todas las encuestas publicadas hasta el momento. Todos sondeos de esta semana le otorgan al PP entre 131 y 135 escaños con un porcentaje de voto que va del 30,9 al 31,7 frente al 24,6/25,3 del PSOE. Ello permitiría gobernar al centro-derecha con la suma de Vox. Esas horquillas están sujetas a las últimas decisiones del Gobierno y sus socios relativas a la derogación de la sedición, la rebaja de la malversación y la retirada del descuento de los carburantes para financiar la rebaja del Iva de algunos alimentos que no incluyen ni la carne ni el pescado y que no se nota en la cesta de la compra. Esa realidad que reflejan mayoritariamente las encuestas tropieza con el dogma de fe sanchista cocinado por el CIS del socialista Tezanos. De forma que la creencia doctrinal se convierte en adoctrinamiento de una tendencia inexistente con la que justificar el sostenimiento de las opciones de Sánchez en la esperanza y experiencia religiosa de una victoria electoral cuestionada por los propios apóstoles o barones del PSOE.

Con el debido respeto, las oraciones por Benedicto XVI no son suficientes para que el socialismo tradicional recupere la fe en una victoria electoral que se antoja difícil tras la era del insomnio transformado en pesadilla. El peregrinaje de aquí a las elecciones generales será un camino de espinas tanto para Sánchez como para Feijóo, porque el líder socialista va a pelear su predicamento hasta el final. Entre la devoción a la ideología y la verdad insuperable de la realidad que nos deja la coalición de Gobierno se cuela la luz de los valores universales que decide el voto directo. El bolsillo, el umbral de la pobreza y la dignidad se aúnan siempre con los desamparados votantes. Y la falta de ética y moral pesa en la conciencia ciudadana tanto como las subvenciones de las “paguitas” y la homilía publicitaria. En las elecciones generales, que no en las municipales y autonómicas, ganará el predicador de la palabra cumplida, el líder espiritual que más se parezca a los postulados dogmáticos e intelectuales del pontificado del bienestar y la verdad. Esa certeza dogmática alejada de la propaganda, posibilista y rica en certidumbre es la que decidirá el voto. Algo que cuando se vota con el corazón y la emoción prescinde del análisis racional, pero que cuando se vota con la cabeza promueve vuelcos que dan lugar al cambio. 2023, como diría Delibes, no sólo es decisivo, sino que será un año más disputado que el voto del señor Cayo.

Despedida unánime

Nicolás Redondo padre ha sido despedido con el elogio unánime del reconocimiento, que ya es bastante en este tiempo de infamia. El sindicalista y político que pasará a la Historia por ser el primer secretario general de la UGT que le montó una huelga general al PSOE, su matriz política natural, vivió con coherencia su ideología y militancia. Y lo que es más importante: desempeñó un decisivo papel histórico al contribuir con su generosidad y visión al liderazgo de Felipe González y a la Transición. Nicolás Redondo Urbieta ha sido despedido con honores merecidos hasta por Pedro Sánchez, que acudió a su capilla a dar el pésame a Nicolás Redondo hijo después de abrirle un proceso de expulsión que afortunadamente no culminó. El sanchismo presidencialista se inventó un apoyo inexistente a Ayuso de Leguina y Redondo Terreros para reprender a los disidentes del régimen del miedo disciplinario socialista. Sánchez sólo se atrevió con Leguina, porque con Redondo hijo hubiera rozado un ridículo completo sólo al alcance del jefe autoritario que usa la fuerza para reafirmar su liderazgo autocrático.

Cumpleaños expatriado

Ha querido el destino que mientras la reina Sofía representaba al estado español en el funeral del Papa emérito, nuestro Rey emérito celebrara el mismo día con las infantas su 85 cumpleaños como expatriado forzoso. Juan Carlos I se dispone a cambiar de casa en Abú Dabi porque se ha alargado más de lo debido su salida obligada por parte del Gobierno socialcomunista español sin causa judicial pendiente en España o en el extranjero mientras se excarcela a golpistas y violadores, se deroga la sedición y se rebaja la malversación. Sánchez y sus socios usan los errores del emérito para sujetar a la Corona bajo control, neutralizada a gusto y dictado de los intereses Frankenstein para contentar el comunismo y republicanismo separatista que mantiene en el poder al PSOE. El cumpleaños amargo del destierro real tiene fecha de caducidad segura cuando se produzca un cambio político en España. Pero dicen por ahí que tras la presidencia europea un Sánchez sin escrúpulos planea dejarle volver e intentar rentabilizar así el regreso de Juan Carlos I a España cuando el Gobierno es cooperador necesario de esta forma de exilio.

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