Opinión

Carta abierta a Feijóo

ESTIMADO PRESIDENTE de la Xunta: Me dirijo a usted con el respeto que me merecen los paisanos y los amigos, sea cual sea su condición, pensamiento o militancia. Y lo hago, como periodista y como gallego, en la certeza de que tras esta santa semana de pasión y domingo de Resurrección, aguarda en el secreto inminente la revelación de su futuro personal y político. En Madrid creen que no hay vida más allá de Guadarrama, igual que los cubanos pensaban que Obama era una invención demoniaca del régimen comunista. Pero me consta que usted es consciente de que por encima de Piedrafita sobrevuela el albertismo, igual que la democracia colonizará Cuba y el mal llamado Estado Islámico; igual que el marianismo trasciende Os Ancares, O Courel o Cabeza de Manzaneda.

Sr. Núñez Feijóo: Antes de que haga pública su decisión quiero decirle que sus rivales políticos le tienen a usted en alta estima y valía. Por eso en primer lugar le hago llegar la consideración de que no anda sobrada la política española de activos valiosos como para que se vaya ahora, tan de repente, a la empresa privada. Todos sabemos que está usted, D. Alberto, en los 54 años de la mitad de una vida. Pero México, naviera, petrolera, Inditex o lo que fuere aún pueden esperar un tiempo hasta que el panorama español y gallego se clarifique. Se lo digo con toda sinceridad: no hay conversación periodística o política en España en la que cuando se habla de la sucesión de Rajoy no salga su nombre a relucir. Bien entendido que el actual presidente del Gobierno (en funciones) cuenta con su lealtad incondicional como usted ha repetido hasta hartarse y como él mismo sabe. Parafraseando su discurso en el congreso del PP de Pontevedra, el Sr. Rajoy sabe que usted tiene mucha razón cuando dijo que si bien es un honor ser presidente del Gobierno de España, también lo es ser presidente de la Xunta siendo gallego. A mí me pareció que lo más importante de ese trance fue la atención con la que Rajoy escuchó su intervención y la manera noble con la que usted se dirigió a él y a su mujer, Viri. Le confieso que ahí me asaltó la intuición de que nos queda Núñez Feijóo para rato en el oficio de lo público. A lo mejor me equivoco, D. Alberto, pero sería una pérdida irreparable para el PP y para Rajoy que usted decidiera marcharse en este momento de partido, con la prórroga en el horizonte y la necesidad de jugadores virtuosos en el campo.

Ya sé que ahora toca deshojar la margarita del adelanto electoral en Galicia. Y siendo posible ese adelanto, coincidirá conmigo en que tal probabilidad condiciona su calendario político, igual que la posibilidad de las generales el 26 de junio. Reconozco que no ha tenido a su favor el viento que sopla hacia Madrid, pero en esta vida efímera, ingrata y desagradecida de la política es usted un privilegiado en su condición de referente del PP, toque o no toque dar el salto a la gran empresa de España. La oposición, Cospedal, Soraya, Pastor, Barreiro, Arenas, los nuevos vicesecretarios, los ministros en funciones y el propio Rajoy saben que usted representa lo más genuino de la marca popular. Todo el mundo dice que Feijóo es un valor con cabeza, con probada solvencia de gestión y con un enorme instinto político. Y esas virtudes le hacen merecedor de los mejores pronósticos y depositario de la esperanza popular en el futuro. Como le podrá explicar Rajoy, ser grato en la tierra de uno es la mayor satisfacción que puede tener un político honesto, brillante y perseverante. Razones de más para pedirle que medite con prudencia su decisión de seguir o no seguir en esta profesión de la política en la que hoy eres el ejemplo a imitar y mañana un vago recuerdo en la memoria de voto.

Si usted me pregunta, Sr. Núñez Feijóo, le diré que no veo a Rajoy con ganas de marcharse. Lo hemos visto esta semana con los atentados de Bruselas, liderando la respuesta española. Porque él es un político de trayectoria y resistencia que tiene el crédito de más de 7 millones de votos y al que no le van a marcar el camino las ambiciones de los rivales, las conveniencias del Ibex ni las prisas de los propios. Ya sé que usted ha demostrado paciencia. Eso le honra y me consta que Rajoy lo valora. Pero para un momento de ingobernabilidad como este hace falta la paciente templanza del gobernante. Por eso le digo que de igual manera que me parecerá bien lo que decida también me parecerá adecuado lo que decida Rajoy, porque de él depende, en cierta manera, el futuro político que a usted le guarda el destino. Me consta que Rajoy no olvida. Y él sabe que su primera victoria en Galicia le dio la vida, igual que se la puede dar que usted revalide la mayoría del PP o que sea, junto a otros, el recambio natural del marianismo mañana mismo o cuando toque.

Sin otro particular, y deseando se encuentre bien, me despido con enorme curiosidad en espera de que nos revele su decisión. Firmado, como diría usted: un gallego de Lugo.

Comentarios